lunes, 18 de diciembre de 2006

Ostranenie

"Extrañamiento: sentimiento de ruptura experimentado por el sujeto amoroso, en el que el ser amado (o la Imagen de este) pasa a ser absolutamente desconocida e incognoscible -inentendible-"



1. X… me dice (me grita): "ya no te conozco, no sé quién sos". Caigo en la cuenta de que, como yo a él, X… me es igualmente ajeno. Yo, sujeto amoroso, no me encuentro porque ya no encuentro al ser amado; la Imagen -su imagen- se deforma en una nebulosa que lo convierte en un Otro (y ya no parte de mí) que no entiendo. Siento que desconozco a X…; el derecho a explorarlo, a ser el único en hacerlo, ya no me pertenece; su Imagen no me corresponde; no me pertenece. Es un Otro y soy otro: ser amado in absentia, extrañamiento puro.



2. Cuando X… me niega su amor, anula - me prohíbe en la ausencia- mi amor. La dualidad – la estructura - se quiebra; no se permite la existencia de la parte sin el todo, es el alejamiento: extrañamiento de los sentimientos.
Me entrego a la desesperación del movimiento, pues todo amor pretende la inmutabilidad, el éter; como sujeto amoroso no puedo concebir mi amor sin su respuesta: yo digo a X… que lo amo, X… no contesta - ¿Implicatura?-. Pero, puesto que aún soy sujeto amoroso, mi amor aún existe: debo gritar enfurecido “¡AMO!”. El grito me desborda, me ahoga: no es mi amor el que ha cambiado, es la Imagen, su valor coercitivamente desplazado: los sentimientos de X… me son inaccesibles, incluso insospechables; desconozco al Otro: ¡la relación se ha modificado! Caigo entonces en la contradicción del cambio y me reformulo como sujeto: mi amor ya no puede ser: entonces, ODIO.


(Me veo obligado a recurrir al Odio pues es prescindible aquello que se detesta: no se le exigen respuestas. En la repelencia busco la distancia y, entonces, el Olvido.)



3. El extrañamiento se expande sobre el sujeto amoroso, cubre la Imagen alcanzando también el discurso amoroso. Los valores se desplazan. Vaciamiento de los apodos -pseudónimos-, ruptura de la convención interna, dualidad: el nombre se eleva como abstracción, la generalidad se impone al momento cotidiano; lo que parecía unido de manera natural se manifiesta como arbitrario: extrañamiento en el lenguaje. Aquello que se presentaba enlazado a través de una referencialidad directa y dada, el nombre -pseudo nombre-, queda despojado de su significado. El extrañamiento no es ya del ser amado sino de su apodo, ahora vacuo. Detrás del dibujo de las letras el sujeto amoroso no ve más que el vacío que con seguridad no podrá volver a llenar.

Lanza, B. y Acuña E.M.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

La inconformidad que nos perturba (o Sexopático: primer movimiento)

Saltá cuando yo te diga que saltes. Esa es la respuesta que me dio. Mi pregunta era tanto más sencilla, si no me equivoco le dije "¿vamos a coger?". Y eso me contestó antes de irse. Claro, pensarán: muy sencillo, la parás en seco, agarrandola del hombrito, un poco tirandole del pelo oscuro que le cae sobre el brazo y, mirandola directamente a los ojos y con un tono casi cínico le decís: dejate de joder y hablá claro. Pero no. La estupidez que me caracteriza suele ser devastadoramente literaria. Mejor dejar que las palabras se encarguen ellas solas de tomar sentido, volar en alguna dirección desconocida.
La cosa es que no cogimos. Inexplicable. La noche venía de porros y tragos, de besos esquineros calentones. Es más, en algún momento - y lo recuerdo muy bien, siento la cosquillita - se atrevió a darme un beso en el cuello. Turra, olió que eso me gustaba. Sepan que si no acometí contra ella cual animal en celo - porque más que eso no fui- fue porque era un bar, luces medias, y mucha gente. Y en el fondo porque tenía la seguridad de que todo el asunto terminaba con ella arriba mío - probablemente aún con corpiño porque no iba a llegar a desabrocharselo - y yo siendo un privilegiado concurrente a un espectaculo posiblemente maravilloso: escucharla gemir, verla transpirar, sentirla acalambrarse, retorcerse, gritar. Delicias siempre conmovedoras y particulares. Y lo de particulares viene muy al caso, porque cada una de ellas, sagradas bestias, o sea, mujeres, es particular en su show, actriz principal. Y qué puede uno, pobre hombre mortal, más que querer descubrirla.
Todo esto pensaba mientras ella se iba, y yo con cara de boludo intentaba que la erección no progresara, porque nada agradable es caminar así - que la vean me importaba poco, soy sincero-. Estaba dejando que se me escapara el privilegio, las particularidades, sobre todo porque me detuve a sistematizar con tantos conceptitos absurdos para entender por qué me perturbaba la situación, cuando la explicación era tanto más accesible: esa mujer me había calentado bastante.
Y peor aún, me seguía calentando con su forma de caminar. Por eso la seguí un par de cuadras, a una distancia considerable, mirandola huir, nada más. Por más que me atribuyan una gran perversión, deberían haberlo visto. Sobrenatural. Hasta cómo se acomodo en la parada del colectivo fue de una sensualidad devastadora. Así que no pude más que tomar mi telefonito y llamarla. Volví a ilusionarme, mientras sonaba la vi clarita: taxi, hotel, tal vez jacuzzi, y esta vez yo presionandola contra el colchon, con sus piernas en mi cintura y sus dientes clavados en mi hombro. La respuesta fue otra vez desconcertante y tampoco supe qué hacer. "Ya estoy en el colectivo", me dijo.
Que dios me disculpe la expresión, pero cómo me la habría cogido.
Ezequiel

domingo, 10 de diciembre de 2006

Mi nombre es Legión

Eran las siete de la mañana, de la madrugada, pero para mí todavía la noche. Y cualquier claridad, sol, luz, reflejo y demases que se le pudieran reprochar a ese tipo, que es un hombre y no una clase de cosas, señorito mejor dicho, o sea, yo, cualquier referencia horaria es insostenible. Porque ese señorito que camina por la calle con una botella colgando de la mano, que me pesa bastante y podría dejar caer si no fuera porque intento darle otro trago, ese señorito sabe lo que es la noche. Y la noche es la ausencia de claridad, aunque tal vez una claridad mayor, distinta por lo menos. La cuestión es que era de noche y yo sé que es de noche porque todavía no se ve como se ve de día, se ve con ojos báquicos, pero sobre todo y tal vez lo más importante, aquello que se destila de la situación, aquella prueba no menor, es que me veo. Es decir, veo al señorito caminando por la calle y sé muy bien que intenta atinarle a cada baldosa, una suerte de pasitos en un tablero de ajedrez. Pero qué metáfora, querido, qué metáfora, entendámonos: una reina que amenaza, un rey que proteger y yo soy un alfil, porque no vayamos a creer que podemos ser una torre, acá hay que aceptar un hecho profundo: avanzar recto no es lo que nos caracteriza. En fin, volviendo al acontecimiento que no es tal pero es interesante, no queda más que observar detenidamente cómo intenta el individuo llevarse el pico a la boca, o la boca a la boca, que es algo así como decir que quiere dejar pasar por mí garganta un poco más de ese elixir venenoso que nos subdivide. Hay que aprehender que la división ya es muy clara. Está el sobrio y está el ebrio. Evidentemente a nadie se le puede ocurrir aventurar que quien manejó las fichas era el sobrio, nada tenía que hacer, ni gritarse que eran las siete de la mañana, que había que ir a dormir, que había que dejarse de joder con eso de la pulsión autodestructiva, que había que ser un tipo serio, qué tanto. Inútil. Y para colmo el dolor en los brazos, el otro esfuerzo báquico del día, ahí sí que era de día y estoy muy convencido porque nadie se quejó de los gritos que probablemente se escurrieron por la ventana, aunque como me ha hecho reconocer el último trago escurrirse puede no ser un término muy apropiado, es preferible una idea de avalancha, de grito macizo y no líquido, o tal vez algo más como un tsunami. El punto fundamental es que los brazos duelen, y por lo tanto levantar la botella es complicado, incluso sostenerla, pero algo impedía que el envase volara rotundamente hasta estrellarse contra alguno de los autos que intentan que cruce más rápido la calle - o que cruce lo que se dice bien, vaya uno a saber-. Como si un par de estridentes bosinazos lograran agitar mi discusión interna. Nada de eso, acá se define el sentido de la vida, señores. Acá se está tratando de temas importantes, debatimos entre la verdad de la visión y la posibilidad de ver. Cuasi gnoseológico. Porque no cualquiera puede levantar la vista para ver dónde carajo está, no cualquiera le ejerce una fuerza de mayor o igual magnitud a una tremenda borrachera, a una cantidad de litros de alcohol proporcional con cinco horas de tomar, a un día que podríamos definir como cansador. No, gente, no cualquiera se enfrenta a sus demonios -porque recordemos que nunca es uno solo- y hace el esfuerzo de centrar la vista, intentar ver algo de lo que mierda pasa alrededor y darse cuenta dónde está parado. Lo cual no deja de ser metafórico y gnoseológico.
Ese tipo, señorito o borracho perdido, bacante, desvirtuado o traslúcido deambulante empedernido, o sea, yo, no puede más que preguntarse sobre sus demonios y sus visiones. Y sobre todo no puede hacer más que luchar con esa tremenda resaca que va a venir, pero no con la botella que efectivamente terminé revoleando. Pero no pregunten a quién ni a donde, eso no lo vi.

Ezequiel

sábado, 9 de diciembre de 2006

La Espera

Un tamborilleo aburrido y clásico sobre el escritorio donde me espera simplemente un vaso de gaseosa. El vaso me espera a mí y yo espero a otro contenedor, de sustancia mágica, droga de felicidad y otras tantas sanaciones espirituales que no vienen al caso. Pero para colmo el calor, el calor es algo que uno tiende a soportar muy bien cuando no está solo, la dupla -por alguna extraña razón científica que no me encargaré de develar- lo disminuye, aporta a la antientropía, o a la entropía, o a lo que sea que haga que el calor se vaya. En cambio, yo, solo, acá, y con calor, es terrible, innecesario, realmente. Porque nadie ni nada ni nadas me obliga a quedarme sentado sintiendo cómo el culo me transpira; nada me obliga a no prender el ventilador, para lo cual, primero debería traerlo de la otra habitación, detalle no menor.
En fin, no me quejo. No, eso es una solución fácil a un problema inexistente- porque quién me va a negar que quejarse en general implica la creación del problema mismo por el cual uno se queja-. Yo, Junior de las cícladas, lo acepto con total martirización, con un destino tal vez glorioso, y por alguna razón azul, bien y profundamente azul. Seré recompensado, o eso me gustaría pensar, en cuanto mi inmovilidad sea razón perenne de entendimiento, de comprensión, de dadivosidad, de entrega espiritual a la santa mantis cuadrupeda que me engulla.
Un tanto ritualizado, pero si no el calor se hace dificil.

Ezequiel

jueves, 7 de diciembre de 2006

Y sí

Ella es tan elástica. Yo la despliego y ella se desplaza con agilidad, en todas direcciones. A veces creo que vuela, es maravilloso, un excursus corporal. Es un desarrollo, explota y me envuelve. Y si yo me resistiera menos el efecto sería casi instantaneo. Pero ella se divierte, se ríe y a veces yo también me río, de su risa, la ternura. O no ternura, es un término muy cercano a la inocencia y ella sabe lo que hace. Incluso he llegado a pensar que se ríe sabiendo que con eso me va a desdoblar a mí. Me va a ayudar a subir con ella. Pero siempre es un acto políticamente correcto, si se me permite el enunciado. No soy yo, acá, quien sabe volar, y tampoco se le ocurriría destacarlo. Esto es sencillo: ella es volatil.
Y en sí, es lo que se propone, cualidad que le envidio. Cuánta facilidad. Es algo irreprochable.
Este texto se debería llamar "Ella", para ser autorreferencial, cerrarse sobre sí, autoinventarse, exactamente como ella lo hace.
Porque no me cabe duda que ella lo hace.

Ezequiel

domingo, 3 de diciembre de 2006

Endecasílabo

Para Luz
00:04
Había tres o cuatro cosas que eran claras. Él no entendía demasiado toda esa maraña de incongruencias, pero intuía – detalles, eran detalles- que alguna razón había para que Cecilia no terminara una sola frase, eso estaba más que a la vista: la cosa no pasaba por ahí, el problema –si es que lo había- era otro. Ahora, qué quería decir eso, eso sí no podía contestarlo. Intentaba. Pero se le trababan las palabras, notaba una masa amorfa de sonidos que se le pegaban a las paredes de la garganta. El resultado fue único, unidireccional: dejó que se le escaparan algunas lágrimas. Qué le iba a importar llorar. Tenía ganas de putearla y abrazarla. Cecilia nada. Ella miraba la taza de café, el líquido negro estancado. No lloraba pero tampoco se animaba a mirarlo. F se daba cuenta -Sos tan predecible, nena, te conozco tanto – pensaba- no querés ver el resultado, no te querés hacer cargo.
Pero no, F no entendía, por qué, no podía ser. “Es así”, le dijo Cecilia. La miró, directo a los ojos –porque me la banco-; ella con la vista perdida en las uniones de las baldosas. De nada se hacía cargo, de nada. Ni de que eso fuera así, ni de que todo eso ya no fuera lo que era antes - como claramente la había escuchado decir a penas se sentó en la silla-. Además de haber proferido otro cúmulo de sonidos, otra cantidad amorfa – todo era amorfo entonces- de sonidos: que estaba confundida, que no entendía qué sentía, que el tiempo que habían estado juntos había sido hermoso, muy lindo – había enfatizado con poco entusiasmo el “muy”-, y que ella seguía disfrutando de su compañía, pero no como antes, porque ahora buscaba otra cosa, quería otro tipo – y F escuchaba ahora muy clarito cómo Cecilia había separado en sílabas cada una de esas dos trágicas palabras- otro tipo, insistió, de relación.
Lo más importante, lo que F no conseguía aclarar, era la forma. Veía cada una de las palabritas, las frases cortadas, los silencios y nada más. Imposible de separar, de catalogar algo de lo que mierda le estuviera diciendo esa pendeja – porque es una pendeja, sí, sos una pendeja de mierda que…
Fue insoportable y la taza de café se destrozó contra la pared.



00:03

Era un paso y otro y gente que se cruza - Me acuerdo de unos versos, algo que escuché en la secundaria En tanto que de rosa...- Y un sentimiento de apuro en la sangre y un árbol verde que refresca la Avenida de Mayo - pero no sé más, era algo aburrido, seguramente. Si no me acordaría- y Cecilia que camina tratando de agotar la cabeza – Hay que matar de a uno los pensamientos, cada idea que sale le pegamos con el palo de la inconformidad - y azucena - así seguía – y un paso detrás de otro por entre la gente, los autos y los árboles, el recorrido de la espera y azucena - verso patético; mi espera tiene nombre de calle, se llama Callao, pero nadie niega que también se llame F - En tanto que de rosa y azucena verso inmaculado de tiempo que es el principio de un todo, desde lucidez hasta oscuridad, es la sinécdoque de un sentimiento pervertido hasta lo más profundo de su sentido, el ocaso – Cecilia, concentrate, por ahora no se piensa- de lo arbitrario, de las – el palo, mi mano y las ideas, muy sencillo: un golpe rotundo y suficiente – de las luces rojas del aire - Cecilia y el hombrecito amarillo de la 9 de Julio enfrente. Cecilia y un mundo de gente caminando hacia ella, hacia el otro lado, contra ella como presagio de vidas encontradas –El análisis es innecesario, la cuestión es simple: todo principio tiene final y siempre hay que empezar de nuevo, pero por qué no evitar, eludir – En tanto que de rosa y azucena- de nuevo: por qué no eludir el cero, un numero interesante pero huible - Disfrutar tiene precio – Palo, ya te dije, seguís así y palo.
Cecilia llegó agitada y nerviosa a Callao y Perón. Tocó el timbre y tembló – temblar es una forma de decir, no es que realmente tiemble, no sufro ningún síntoma que implique – tembló cuando escuchó la voz de F por el portero.
-Soy yo, abrime- se escuchó decir.




00:02


Se despedían en la vereda de Avenida de Mayo y Florida, ella iría para “la casa”, como le había dicho, lo cual era lo mismo que decir que iría para la casa de F. M podía ver la escena: Cecilia hablando, confesando todo, sin mentirle, sin poder esconder la verdad; F mirando desconcertado, perdido en el pasado –nada de futuro-, lejos de intuir lo que en el presente estaba ocurriendo.
Si tardaba en despedirse es porque no se quería ir, no quería ni quedarse solo ni dejarla sola. Pero tampoco pretendía resolverle los problemas; todo tuyo, pensó. En fin, aunque quisiera, no se podía, ni se debía, ni nada. Ella tenía que hacerlo sola. Y se le nota un poco el miedo, o no, pero un poco de nervios – las manos frías, el juego con los anillos, la sonrisa por la mitad, los ojos que tiemblan-. “Yo tampoco me quiero ir”, le dijo. Cecilia lo miró. Debe estar pensando en F, pensó él.
M se acercó, la abrazó como si el mundo fuera una calamidad, una explosión de pecados que atrapaban al primer incauto que encontraban en la calle. Todo muy dramático, como corresponde a una despedida. Un beso largo y ya sin culpa. “Ánimos”, le salió. Parecía que se le había desprendido. Demasiado dramatismo, pensó.
Nos vemos, suerte.




00:01

La conversación transcurría entre miradas vivaces, sonrisas irónicas y mucha mentira. Se mentían poco a poco, probándose, con un tono bastante gracioso pero sabiendo que estaban hablando de algo serio, palabra que resonaba de fondo. Tal vez era una forma de esconder –de solapar- lo que estaba un poco mal hablar, porque las chanchadas se hacen pero no se cuentan en voz alta. Pero en definitiva no estaba mal por ellos, acá tampoco tenía nada que ver la vergüenza. El gran karma eran Aquellos – aquel, vamos a ser más concretos-. F estaba presente en los dos, eso no se discutía y para qué decirlo entonces. Ni Cecilia ni M lo mencionaban.
Pero era razonable, estaban preocupados por cosas serias. Cada uno trataba de avanzar sin pisar en falso, sin resbalar, sin caer. Los dos –ninguno más culpable que el otro- los dos daban vueltas, practicaban el tiro. No se daba a entender demasiado lo que se pretendía. Cada cual cuidaba lo que pensaba en ese mismo momento en el que el otro decía que no entendía mucho cuando en realidad ambos sabían todo. Se sabía que casi no hacían falta palabras, y por eso las usaban como desperdiciándolas. Era suficiente con las miradas de ojos con brillitos - ¿reflejo de los pensamientos del otro lado del vidrio?-; era suficiente con esas sonrisas entre nerviosas, irónicas, ingenuas y cínicas.
Pero bueno, M tuvo que hablar en serio, tenía que decirle a ella que no había sido un accidente-: lo pensé, la verdad es que lo pensé varias veces y quería hacerlo. También tuvo que decirle algo así como que medía las palabras porque no quería equivocarse -¿más?-, no quería creérsela-: no quiero hacer papelones.


En principio la respuesta fue una mirada. Después una especie exótica – y poco frecuente- de sonrisa que podríamos arriesgarnos a decir que no se forma en la boca, no es una simple arruga de los rasgos faciales, viene de algún rincón más profundo, más vital. Entonces, afortunada y necesariamente, una mueca de pensamiento: el labio inferior entre los dientes, otra sonrisa. Y por último lo que Cecilia contestó, algo que dijo o quiso decir, una afirmación, tal vez un “yo también” absoluto, en fin-: se lo cuento y listo.

sábado, 2 de diciembre de 2006

La claridad

La sangre te corre hasta el codo, hijo de puta, se ve en el blanco tu ojo cómo resbala la insensata estupidez que producis. Siempre ideas perdidas, una lucha constante por armar un discurso con las débiles propuestas que tenés para vos mismo. Denigrante, humillante. No te encontrás en ningún texto, en ninguna canción, parece que desfilaras en el patio del primero que te invite. Bailás, solo, sentado en tu asiento - tal vez de un colectivo, tal vez de tu casa, cualquier silla de tu casa-; me das lástima. Te perdiste en el inconciente, una carrera hacia lo que no lográs soportar; querés llegar a ser una estrella de rock y no ves que se te escapa el agüita entre las manos. Ni pudiste con ella, te fuiste infiel, le fuiste infiel, te rompiste con el traqueteo de tu moralina existencialista.
Qué vas a poder con ella si no podés con vos mismo, si te desgajás en gotitas de ridiculez - ni siquiera colonia barata: perfume inventando-. Toda tu creación que te atraviesa el cuerpo para que creas -sí, casi con Fe- que cuanto más despedazado más abarcás. No apretaste contra vos ninguna realidad, y eso lo pagás, eso se paga. No queda impune.
Fútil, sos fútil.


Ezequiel

Maybe you're the same as me

jueves, 30 de noviembre de 2006

Principios y Parámetros (de sentido)

Principio primero: Todo es así.
Principio segundo: Todo es dado.
Principio tercero: Todo es lenguaje.
Principio cuarto: Todo es interpretable.

Lease y parametricese de acuerdo con los principios: Estas ganas de nada menos de tí.


Ezequiel

lunes, 27 de noviembre de 2006

Llorar tinta sobre el papel

Hay textos irremediablemente bonitos, emocionantes casi hasta las lágrimas, o no tanto, pero cerca de un llanto metafísico. Sobre todo esos que así se escriben, como un llanto metafísico, en una metáfora: llorar tinta sobre el papel. El problema es que tienen un costo, y no sólo tienen un costo sino que son en sí la causa de un problema. Puedo volverme loco diciendo -Ezequiel, escribí y dejate de joder. Puedo inventar palabras, jugar con sentidos. Pero qué es un sentido envuelto en esa masa informe de pensamientos que me atacan frente a la desproporcionada distancia del centro, frente a los pocos centímetros entre el tubo del teléfono y mi mano y los kilómetros metafísicos entre vos y yo. En fin, un texto bonito se vuelve algo así como un exorcismo: un juego de espíritus que poco modifica lo físico, lo tangible. Un sentido cuasi religioso perdido en la frontera entre la locura y la convención. Un espejo del mantra urbano y moderno. Un televisor apagado en la oscuridad. Tu cara mirando para otro lado - o lo que es aún peor, mirando a otro, en otro lado-. Un relampago. No un rayo, no el cielo y la tierra unidos, simplemente un relampago: un destello perdido de luz que -pudiendo pasar desapercibido- se expande y se disuelve y no deja más que una presunción de aquello que ocurrió, una referencia vaga, un significado improbablemente apreciable. Y entonces se hace dificil sobrevivir sin escribirlo. Lo terrible -tal vez allí la belleza, precisamente, en lo terrible- es que no deja de ser todo una metáfora. No es más que llorar tinta sobre el papel.

Ezequiel

sábado, 25 de noviembre de 2006

Y entonces

Yo soy una casualidad. Pero no intento remitirme a conceptos filosóficos para explicar cómo un ser puede ser o no una casualidad. Simplemente puedo afirmarlo, una casualidad se concretó en mí. La historia no es del todo interesante, digamos que se podría explicar muy fácil y sin embargo mi intención es simplemente desarrollar otra historia. El lector sabrá entender que es importante armar recursos para empezar un cuento, no porque sea real el terror a la página en blanco o cualquier otro estupidismo del escritor moderno bestsellerista –por cierto una muy buena palabra, casi denigrante, pero con intelectualismo doble-, sino simplemente porque empezar un cuento es necesario y hasta indulgente empezarlo bien. Y a mí me gustó la idea de remitirme a casualidades – que por cierto viene muy al caso-. Yo soy una casualidad dije, y hasta me permití escribir que tengo justificaciones mundanas, nada conceptuales. Es más, voy a contar para que se me crea desde un primer momento. Pienso decirles que se remite a algo de lo más sencillo como mis dos padres cogiendo. Sí, lo sé, imagen perturbadora cliché. Pero la cuestión es que afortunadamente yo no lo presencié, ni lo presentí porque en ese momento no era. Y es más, iba a ser gracias a esa imagen que tan denostada está. Principalmente gracias a esa imagen no sólo iba a ser sino que además iba a ser una casualidad. Eso es lo que mis padres me hicieron, ser una casualidad, casi una doble cualidad, una ambigüedad de algo monoexistencial. Y fue tan sencilla esa acción como calcular mal los días y dejarse llevar por el calor - aquel que nubla la mente, como quien dice-. Básico y puntual, mi papá lo repetía seguido, me pregunto si por angustia o por chiste. Pero nunca dejé de entenderlo: yo soy una casualidad. Podría no haber sido nada, podría no haber sucedido, no existir – y tal vez también por una casualidad, pero no ser casualidad es otra cosa muy distinta-.
Y si yo digo todo esto es por una razón – así suelen ser las intenciones -, así puedo afirmar: así como yo soy una casualidad, así la conocí a ella.
Ezequiel

viernes, 24 de noviembre de 2006

Se espera respuestas

Esto iba a ser para vos. La verdad es que me senté en la computadora a escribir esto para vos. Sí, plenamente para vos y todos saben (o todos los que leen, por lo menos), todos saben quién sos vos y quién no sos, es una cuestión de piel, de sinceridad y de contenido fáctico (o fatuo). Pero supe que no podía, presencié la imposibilidad de llegar a escribirte, de mandarte miles de cartas y hasta de llamarte por teléfono, por qué limitarnos a la palabra escrita, por mucho que me guste y mucho que me esconda con sus enes de tinta negra y sus oes de tinta roja. Me veo bloqueado, atosigado, atado, herrumbrándome frente a una lloviznita puta que me carcome lentamente y ni se preocupa si es de día, de noche, mi habitación o la de otra mujer. Al mismo tiempo por todo eso te quiero escribir, nena, te quiero putear, te quiero odiar, te quiero pedir que vuelvas, te quiero tratar bien, te quiero echar de mi vida, te quiero amordazar contra un palo de luz y dejarte sintiendo el frío helado de la lloviznita para que a gritos me pidas que te abrace y te preste de mi calor, ese que tantas veces te presté, ese que en alguna que otra oportunidad te regalé casi hasta congelarme. Pero esto es mucho más complicado que una simple carta de amor o una simple carta de despedida, o una puteada telefónica que por error -evidentemente no me animaría a preguntar por vos- podría llegar a recibir tu mamá, y lejos estoy de pensar que tal vez no se la merezca un poquito, pero mis intenciones son obviamente más fútiles. Todo es más enrevesado, más sutil, como hilitos entrelazándose en una madeja insoportablemente compacta y aérea a la vez -y digo aérea porque nada me parece más espeluznantemente parecido al viento, al aire, al éter o a lo que mierda respiremos que... mejor no, prefiero guardarme mis recuerdos para otro momento, para dedicartelos en otro caso, o para matarlos con una botella de whisky, vino o cualquier etílico-. Y yo quería realmente sentarme y escribirte a vos, directamente a vos. Este texto iba a ser para vos, tenía toda la intención de decirte cosas claras, directas, mordaces, dulces, intempestivas, cínicas y hasta grotescamente conmovedoras. Tal vez hasta implorarte perdón, no sé perdón por qué, pero perdón, el perdón divino, el perdón ajeno, un perdón que inmaculara todos mis actos, o los defendiera, o simplemente los tirara al fondo de un abismal tachito de basura para otorgarme cierta redención, cierta limpieza y pureza espiritual, un aura de salvación, o mínimamente de aceptación.
Pero todo eso, todo esto, todo esta carta o metáfora o infinita metástasis de mis dedos hinchados; todo lo que iba a decirte, todo lo que podría haber dicho, todo lo que iba a escribir, gritar, proclamar, declarar, aseverar, prometer, pedir y reclamar no va a ser así. Y yo quería escribirte a vos, quería que este fuera un texto para vos -casi hablarte con la ingenua idea que tiene todo aquel que escribe para alguien de que le contesten, con un gesto, unas palabras, un beso, lo que sea-, pero me di cuenta de algo muy importante, sustancial, tan sensato como desgarrador, mordaz, podría llegar a discutirte que es de una lucidez arrolladora: sé que no lo vas a leer, sé que ya no entrás acá (porque no se crean, soy un narrador pero también un escritor y tengo conciencia de que esto es un blog) sé que ya no entrás acá y que ya no me lees porque probablemente te hayas cansado y encerrado en una plastic box, o no, tal vez estés prófuga y libre caminando por las calles. De lo que estoy seguro es que esto lo tiraste en el placard, abriste la puerta y lo encerraste en el fondo, en lo oscuro, y desde lo oscuro nada se lee.
Una lástima, este texto iba a ser para vos, con todo lo que eso implica, pero no lo es. Si no lo lees, de qué sirve que sea para vos? de qué sirve que te hable? si vos no lo lees no va a existir el "vos", y si no existe el vos no va a existir todo lo que está dicho al vos. Irremediablemente, este texto si no lo lees, no existe.

Ezequiel

martes, 21 de noviembre de 2006

La oscuridad en la noche

Lo puedo afirmar: ella tenía problemas, serios problemas. Algún bichito extraño habrá entrado por su oído, probablemente aún estuviera ahí. Supongo, de todas formas, que es algo general, lo presumo; nada misógino, sólo suposiciones. Pero no me voy a desviar: ella había perdido varias tuercas de más en el camino. Lo confirmé esa noche en la que me desperté y la vi. Estaba pegado a la cama, y me despertó la sed – porque sigo intentando justificarla, pensar que sólo fue una alucinación, un delirio, un miedo o un sueño (Freud seguro interpretaría algo sexual, como siempre)-: ella estaba parada a mi lado, mirandome, fría, rígida, apática, con el hacha en las manos. Y debo aceptarlo –porque no pienso mentir- tuve miedo: me asusté. Entornando los ojos la observé, intentando respirar profundo, y decidió moverse y desaparecer para volver desarmada a acostarse a mi lado, inexpresiva, seca, impávida.
Sé que fui cobarde – algunos creeran que me guió la valentía-. No pude volver a dormir. No quise permitir que su sueño pesado la ayudara a decidir qué hacer conmigo. Esa sería mi defensa – no la mejor, luego lo supe-. Pasé la mañana siguiente pensando qué haría por la noche; para la tarde ya estaba decido, y lo mantuve los días siguientes: no dormí. Pero las noches son largas. Suelo defenderlas - acaso disfrutarlas- pero no así, en alerta, no por culpa de ella. El tiempo me disminuía las energías y la sed me atormentaba: no podía seguir así, sobre todo sin entender. Quise saber por qué, quería alcanzar la explicación, poder inferir los sentimientos que la recorrían, recrear sus sensaciones, llegar del acto a la motivación.
Entonces me destapé suavemente, me moví con una lentitud animal, caminé en silencio y llegué hasta la sala, agarré el hacha, la apreté entre los dedos reconociendo cada rasposidad del mango, cada pliegue violento. La alcé para que la luz de la calle la descubriera. El reflejo, el cambio de la luz, me traspasó y recorrió mis entrañas, se apropió desde mi interior, me movilizó y me dejé llevar, de vuelta, por la sala, repitiendo cada paso dado hasta llegar del otro lado de la cama; el de ella. La observé dormir; creí que más relajada que antes aunque tal vez sólo fue una alucinación, un espejismo de mi sed que me rasgaba los labios y me contraía la garganta. Eran detalles sin poder, fútiles. Y supe cuál era la mejor defensa, supe cómo volver a dormir.
Ezequiel
I don't mean to be insensitive, but I really hate your shit

viernes, 17 de noviembre de 2006

Cerca del suicidio

Mi tendencia al suicidio no es del tipo física -no soy como aquel que decía que cuando entraba a una habitación la gente cerraba las ventanas-, es más un suicidio mental, cognitivo. Digamos que soy algo así como quien se mata pensamientos, o se mata la cabeza mediante pensamientos. Digamos que dificil es crear terminologías, esto es un tema más sencillo, ningún sistema de por medio: algo así como un suicido emocional, pero más racional; algo así como ideas que pinchan, cortan y arden.
Es una cosa un tanto extraña, posiblemente para tratarlo con el psicologo al cual no pienso recurrir. Es dificil de resolver. Si fuera que mis intentos son de suicidio físico podría atarme a una silla, o cerrar todas las ventanas, o esconder los cuchillos, tenedores y cables de todo grosor y tamaño. Pero a los pensamientos no tengo forma de amarrarlos, se mueven solos.
Quizás un día el cansancio me gane y decida volarlos a todos de un solo disparo, así se dejan de joder con querer suicidarse.

martes, 14 de noviembre de 2006

Pero en fin, ¿qué quiere?

Cuatro de la mañana de un día-noche- bastante improductivo(a). Quería escribir algo, no pude. Decidí citar. Dos "capítulos" del libro Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes. Altamente recomendable, no tiene desperdicio (me costó elegir qué citar, y eso que aún no llegué ni a la mitad).

La catástrofe

Catástrofe: Crisis violenta en cuyo transcurso el sujeto, al experimentar la situación amorosa como un atolladero definitivo, como una trampa de la que no podrá jamás salir, se dedica a una destrucción total de sí mismo.

1. Hay dos regímenes de desesperación: la desesperación lenta, la resignación activa ("Te amo como es preciso amar, en la desesperación"), y la desesperación violenta: un día, después de no sé qué incidente, me encierro en mi habitación y rompo en sollozos: me lleva una ola poderosa, asfixiado de dolor; todo mi cuerpo se resiste y se revuelve: veo, como un relámpago claro y frío, la destrucción a la que estoy condenado. Nunguna relación con la humillación insidiosa y en suma civilizada de los amores difíciles; ninguna relación con el pasmo del sujeto abandonado: no me autocompadezco. Es puro como una catástrofe: "¡Estoy perdido!"

(¿Causa? Nunca solemne, de ningún modo por declaración de ruptura; llega sin advertencia ya sea por el efecto de una imagen insoportable o por el brusco rechazo sexual: lo infantil -verse abandonado por la Madre- pasa brutalmente a lo genital)

2. La catástrofe amorosa está quizás próxima de lo que se ha llamado, en el campo psicótico, una situación extrema, que es "una situación vivida por el sujeto como algo que debe destruirlo irremediablemente"; la imagen surge de lo que se pasó en Dachau. ¿No es indecente comparar la situación de un sujeto con mal de amores a la de un recluso de Dachau?¿Una de las injurias más inimaginables de la Historia puede reencontrarse en un incidente fútil, infantil, sofisticado, oscuro, ocurrido a un sujeto cómodo, que es sólo presa de su Imaginario? Estas dos situaciones tienen, sin embargo, algo de común: son, literalmente, pánicas: son situaciones sin remanente, sin retorno: me he proyectado en el otro con tal fuerza que, cuando me falta, no puedo recuperarme: estoy perdido, para siempre.


¿Por qué?

Por qué: al mismo tiempo que se pregunta obsesivamente por qué no es amado, el sujeto amoroso vive en la creencia de que en realidad el objeto amado lo ama, pero no se lo dice.

1. Existe para mí un "valor superior": mi amor. No me digo jamás: "¿Para qué?". No soy nihilista. No me planteo la cuestión de los fines. Nunca hay "porqués" en mi discurso monótono, sino uno solo, siempre el mismo: pero ¿por qué no me amas? ¿Cómo puede no amarse ese yo que el amor vuelve perfecto (que da tanto, que hace feliz, etc.)? Pregunta cuya insistencia sobrevive a la aventura amorosa: "¿Por qué no me has amado?"; o más aún: "¡Oh!, dime, amor de mi corazón, ¿por qué me has abandonado?!: "O sprich, mein herzallerliebstes Lieb, warum verliessest du mich?"

2. Pronto (o al mismo tiempo) la pregunta no es ya: "¿por qué no me amas?", sino: "¿Por qué me amas sólo un poco?" ¿Cómo haces para amar un poco?¿Qué quiere decir amar "un poco"? Vivo bajo el régimen del demasiado o del no bastante; ávido de coincidencia, todo lo que no es total me parece parsimonioso; lo que busco es ocupar un lugar desde donde las cantidades no se perciban más, y de donde el balance sea proscrito. O incluso -puesto que soy nominalista-: ¿por qué no me dices que me amas?

3. La verdad es que -paradoja exorbitante- no ceso de creer que soy amado. Alucino lo que deseo. Cada herida viene menos de una duda que de una traición: porque no puede traicionarse sino quien ama, no puede estar celoso sino quien cree ser amado: el otro, episódicamente, falta a su ser, que es el de amarme; he aquí el origen de mis desgracias. Un delirio, sin embargo, sólo existe si despertamos de él (no hay sino delirios retrospectivos) : un día comprendo lo que me ha ocurrido: creía sufrir por no ser amado y sin embargo sufría porque creía serlo; vivía en la complicación de creerme a la vez amado y abandonado. Cualquiera que hubiese entendido mi lenguaje íntimo no habría podido menos que exclamar, como se lo hace de un niño difícil: pero en fin, ¿qué quiere?.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

La catástrofe y La redención

Entonces lo empujamos abajo del otro: lo hicimos rodar y lo ubicamos en su lugar. Lo habíamos resuelto, estaba igual que antes. Pero en ese momento sucedió aquello que quiero relatar. Él me repitió lo que había dicho unos instantes antes de que todo se desenvolviera y yo le contesté con las mismas palabras y el mismo claro tono de voz que antes. Eso dijo y eso dije.
Y fue brutal, apocalíptico, premonitorio: aconteció la mencionada catástrofe.


Sepanlo: estamos hasta las manos, desde el cuello hasta la punta de los pies; tapados de agua. Porque la inmundicia nos afecta -exige-. Probablemente descendamos a lo sutil si intentamos referirlo, acá no queda otra que experimentarlo: querer vivir para que te anden poniendo palitos en el camino, tirando histeria sulfúrica en la cara o, peor aún, proyectando la culpa.
Execremos nuestra bendita admiración a las costumbres y dividamos las aguas. La redención, y sólo la redención: seamos menos de lo que intentamos ser: seamos simples.

Ezequiel

viernes, 3 de noviembre de 2006

NO al no

¿Cómo que no? Nunca podría decir que no. ¿Qué es eso de hacerse el malo y darsela de pija -sí, de pija, y cortenla con criticarme si soy muy coloquial-?. Porque a todo esto decir no es de cagón y no se hace. No, no se hace. O se hace pero no corresponde. ¿Qué es eso de ser tan cobarde y agregarle un no más a la historia del universo, de provocar una resta más?. Es nefasto, che, es nefasto. Nada menor ese tipo de polaridad atroz. Escribamoslo en minúscula de ahora en más, hagamoslo un no chiquitito. Hagamos de esto un rock and roll, seamos gente que pretende más de la vida. Pongamos la sangre en la arena. Escribamos el SI como es debido.Digamos sí al sí y hagamos la última negación que el mundo, pobre enfermo, merece como señal de respeto: digamos no al no. Que el no no sea no, convirtamoslo en una afirmación. Demosle la posibilidad de crear algo nuevo -o es que todavía no entienden el valor eterno que tiene lo nuevo-. ¿o no se dan cuenta que la revolución está en no decir más no?¿No entienden, acaso, que hay que dar vida a que lo nuevo surja?.
¿No entienden que hay que gritar sí?
Dibujemos el cero en la tierra, borremoslo de una patada y marquemos, con un fuego más perene que la condena que nos atormenta, un sí que nos corresponda, que nos devuelva el sentido perdido.
En serio, che, dejemosnos de joder con el no.

Ezequiel


Me gustan los problemas, no existe otra explicación

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Cold Turkey: un way of life

Siempre hay que ser un poco informativo, perder el miedo a ser descortez y decirle clarito a la gente: usted va a sufrir, es así de sencillo. También podemos moderarlo un poquitín, querer crear empatía y decirle: "si no mireme a mí que que las he pasado, las he pasado". Así que aquí estamos, intentando comunicarnos con la gente como todos los días desde nuestro cómodo asiento frente a la computadora. A veces dando un modesto toquecito de magia a la pantalla, y otras viendo alguna que otra cosilla de la realidad. Y hoy haremos honor (o empezaremos a hacerlo) al título que todos los días nos acompaña como cofradía de todos los que escribimos, como centro magnético (esa especie de Kibbuttz del deseo, o cielo en una rayuela). Para quienes aún desconocen la procedencia de la frase "Cold Turkey" debemos decirles que no sólo hace referencia a una canción de John "the walrus" Lennon sino que nos interesa el propio sentido en el que John nos lo comunica: algo así como, en algún tipo de lunfardo, "sindrome de abstinencia". Y hoy, a pedido del público, decidimos comenzar con uno de los tantos síndromes que a todo el mundo aterra. Para los que ya lo conocen tal vez sea reconfortante no sentirse solo y saber que esto nos puede pasar a todos, para los que lo ignoran puede ser-en compañía de nuestro querido manifiesto- una guía espiritual.
Hecha la introducción daremos curso a la enumeración de síntomas que conlleva el síndrome del abandonado -¿tal vez síndrome de abstinencia del amor como propiedad privada?¿tal vez la división del individuo?-.
Por hoy tocaremos un síntoma básico y fundamental: la frecuente caída en la autointerrogación "¿Cómo es que me abandonó si yo soy una buena persona?".
Esta caída puede ser frenética, sumergiendose en las entrañas de un grito rockero como "I must did somebody some good!". Es de apreciar el grado de generalidad en el que se introduce quien por aquel lado reacciona, la indeterminación que implica el "somebody".
Otros, en cambio, optan por la salida cuasi existencialista "¿Qué determina la bondad en los actos de un individuo?" -obviamente teniendo un triste final: todos suelen terminar estudiando filosofía-.
Aquellos que se precian de su porteñismo eligen la adoquinada vía y pregonan a los cuatro vientos que "a la próxima la cago, a mí no me agarran más por ser buenito".
Unos pocos imaginativos crean una ficción tal en la cual existen personas del sexo contrario que reconocen su bondad, y en otros casos, más patéticos, que imitan a la realidad-segundo peligro: terminan estudiando letras-.
Las reacciones frente a la manifestación de este síntoma son tan variadas como diferentes personas hay en el mundo enterito, enterito. Pero por lo menos esperamos haber sido explicativos y haber logrado caracterizar a vuelo de ave algunas de las más recurrentes y básicas.

Hasta la próxima entrega

Martín y Ezequiel

Pare de sufrir! Lea Cold Turkey!

sábado, 28 de octubre de 2006

It was one of those nights

Ella era algo así como una música de los ochenta, me hacía seguirla a un ritmo distinto. Lo tiraba todo lento, sin justificarlo demasiado. Yo tampoco lo pedía. Se caía, despacio; a un giro que nadie apuró. En algún momento pensé que me olvidaba de decir, que salteaba párrafos enteros. Lo pensé; nada más.
Había algo de dormir en la estación en todo eso. Una noche. Se partía o se volvía. Algo así.
Todavía hay cosas que no entiendo. Hay pequeñas cosas que lo hacían más dulce; nunca entendí por qué estaba lejos de ser empalagador. Pero siempre se me hizo difícil. No me resulta fácil caer en la explicación de lo cursi. Y un poco me resisto.
Sé que en el fondo había un ritmo que me movía. Lo presentí. Y todavía.

Se trata de muy pocas cosas en realidad. Este texto son pocas cosas. Sigo sin estar más cerca de donde estaba. Se multiplicaron las decisiones, tal vez.

A veces me siento paralizado, es cosa de un segundo. Es tal vez un flash. O un punto. Woody diría que una pelotita y una red. Qué sé yo.
Pero siempre hay una vuelta a la selva; creo que, primero, hay que decir hola. O disculparse si uno es atrevido.


Ezequiel

It felt so right

miércoles, 25 de octubre de 2006

Fotolog

Hoy estaba escribiendo. Lo dejé por la mitad, la verdad es que Los beatles y otras cosas me perdieron de lo que iba a hacer. Probablemente haya tiempo de volverlo a hacer. Así que por ahora simplemente la dejamos acá. No gastemos más energía y vamos a hacer otra cosa, viste.
Saludos.

Y sí, escribo como hablo, es la onda fotolog.

Ezequiel


Tuesday on the phone to me

domingo, 22 de octubre de 2006

Sí, es así, che

Lo acepto. Abuso de los "casi como" y de los "tal vez". Lo sé, abuso de la confianza que tienen. Sueno casi como si estuviera mintiendo, inverosimil. Tal vez es porque nadie podría decir en dónde está la linea que divide, que marca, en dónde dice que se pueden poner tantos "casi como" y tantos otros "tal vez". Digamos que más allá de la moralidad me gustan esos dos giros - sí, porque para mí son giros en la vida-, me gusta y lo acepto, abuso de lo que me gusta. Casi como si fuera un nene caprichoso. Ojo, tal vez lo soy, muy probablemente lo sea. Que me corran, que me digan que soy un mentiroso, que me peguen, que me digan que soy un cagón, un cobarde, un obsesivo, un caprichoso. Pero a mí el "casi como" me gusta, está cerca de la comparación pero el "casi" lo rompe, lo reformula, lo hace otra cosa, lo hace distinto -tal vez más real-. El casi lo despedaza, te dice: ole, nene. Casi como si te tirara un caño, te goza. O tal vez te da más oportunidades, te dice: loco, es parecido pero no es igual. Sí, tal vez sea eso. El "Tal vez" es una esperanza, así se sencillo. Sí, lo sé, es una frase boluda pero creo que más que nada es un presentimiento. Es presentir que hay veces, que hay situaciones. Y no tienen el deber de ser algo increible. Son un simple tal vez que te endulza, te da un toque distinto, qué sé yo.
Es una caja de cigarrillos o un beso, un ir o un venir, unas dos cuadras de distancia. Bueno, es un tal vez, no es más que eso. Para qué extenderse mucho más. Es lindo así como es -aunque tal vez yo esté mintiendo, casi como inventando algo-.

Ezequiel

Che, que se curtan todos

viernes, 20 de octubre de 2006

En el otro lado

Estoy con los dedos nerviosos, ansiosos de que vayan saliendo sensaciones. Y entonces me pregunto, instintivamente, casi por reflejo: "qué estás haciendo, nene?, en dónde estás parado?". Claro, cómo no preguntarselo y cómo no replantearselo. Es muy sencillo criticarlo en su pleno nacimiento argumentando que no estoy parado sino sentado, es muy sencillo concederle falsedad y casi antitautología ante la premura. Pero más dificil y más necesario es pensarlo, rumiarlo, masticarlo despacito sintiendole el sabor-probablemente amargo- que contiene. Hay que desmenuzarlo, presentir el juguito verdoso que se expandirá por la lengua. Hay que rendirle culto, honrarlo y respetarlo. Hay que ser modestos y educados, condecender, ser apremiantes con el esfuerzo. Pensarlo de a poquito, verlo salir como un hilito plateado, ese hilito que casi nos une con las ideas -casi, porque todo nos separa, inevitable y radiantemente, en el fondo-. Porque no es cualquier cosa, no. No es cualquier cosa plantearse un segundo de modestia, proponerse un instante de autosinceridad y autocrítica y pensar: en dónde estoy parado? qué estoy haciendo?. Make me feel alright, Gloria!Gloria! Y entonces las cosas se aclaran, uno se convulsiona, vuelve la insatisfacción de la inacción, los dedos tiesos, las pupilas que se dilatan y los ojos que les corren el telón, la sangre se agolpa en las yemas de los dedos y se ve un piano, un escenario amplio para que él cante, y las manos sobre el teclado. Y también se ven las letras, la música y las letras que te recorren. Las letras las hace música él, recostado sobre la pierna derecha, revoleando la cabeza, un poco tambaleante. Y de nuevo el piano, y tus dedos que lo acompañan, que le dicen "dale, cantá". Vos lo llevás y él te lleva, te permite armar todo desde donde estás, te pide una mano para no caer sobre el suelo negro del escenario. Porque todo está en eso, no caer en el escenario, no desvanecerse, no apagarse, hacer brotar un poder más allá de todo, energizar la subida, el grito de locura. Todo está en lograr seguir por el camino, acelerar hasta la máxima velocidad, mantener el equilibrio, dejarlo ir. Y él lo grita, y vos lo tecleas, sacás toda la energía por tus dedos, lo hacés ser de otra forma, tus manos lo escriben. Escriben: Let it roll, baby, roll.
-Muchas gracias por la energía, Jim

Ezequiel, muy conversador con los perdidos

Build me a woman

jueves, 19 de octubre de 2006

Citas II

Hoy: 1984. Como es inevitable, después de dos lecturas consecutivas de Animal Farm no queda más que pasar a 1984, gran libro de Orwell, profundo(qué palabra de mierda). Una cita sobre la temática que me compete en el último tiempo:

"Ella lo refería todo a su propia sexualidad. A diferencia de Winston, entendía perfectamente lo que el Partido se proponía con su puritanismo sexual. Lo más importante era que la represión sexual conducía a la histeria, lo cual era deseable ya que se podía transformar en una fiebre de guerra y en adoración del Líder. Ella lo explicaba así: 'Cuando haces el amor gastas energías y después te sientes feliz y no te importa nada. No pueden soportar que te sientas así. Quieren que estés a punto de estallar de energía todo el tiempo. Todas estas marchas arriba y abajo vitoreando y agitando banderas no es más que sexo agriado. Si eres feliz dentro de ti mismo, ¿por qué te ibas a excitar por el Gran Hermano y el Plan trienal y los Dos Minutos de Odio y todo el resto de su porquería?'.
Esto era cierto, pensó él. Había una conexión directa entre la castidad y la ortodoxia política. ¿Cómo iban a mantenerse vivos el miedo, y el odio y la insensata incredulidad que el Partido necesitaba si no se embotellaba algún instinto poderoso para usarlo después como combustible?. El instinto sexual era peligroso para el Partido y éste lo había utilizado en provecho propio. "

A veces, cuando leo estas cosas, me da la impresión de que no estoy tan loco como todos dicen (y me tratan).
Recomiendo todo el libro, para que entiendan mejor de lo que tratan estos párrafos (aunque como nadie más que Pecho firma estoy empezando a pensar que es el único que me lee).

Ezequiel

martes, 17 de octubre de 2006

De una tarde de calor

Vos no sabés, nene, vos no te das una idea. Vos sabés lo que era yo caminando, rodeado de papelitos? Yo pensé que de esa no salía, ya está, todo mucho esfuerzo pero se me había terminado, no tenía chances. Estaba la piba por ahí que me ayudaba, iba de un lado al otro convocando, les hablaba mucho. Me dijo que casi no durmió esos días, me lo dijo varias veces. Pero no sabés lo bien que estaba cuando la vi de nuevo, ahí paradita, con un traje impecable, con el pelo rubio y un peinado que tal vez no le vi jamás, pero me parece que era el mismo de siempre y al mismo tiempo no. La piba hizo todas para mí - vos la tendrías que haber visto, nene, estaba con una sonrisa preciosa ese día- pero yo lo mismo pensaba que no iba a servir tanto esfuerzo, no, yo estaba kaputt. Ya fue, ya está, y se lo dije, no te creas que me gustaba cuando me contaba que estaba de acá para allá y no dormía, no, ya está, le decía yo, nos vamos, si me dejan irme nos vamos afuera. No, me decía ella, no nos vamos a rendir, yo no lo voy a dejar-porque en ese tiempo todavía no me tuteaba-. No nos vamos a rendir, me repetía y después me decía-: Va a ver lo que será cuando vuelva, va a ver, lo vamos a lograr juntos y si no lo voy a lograr yo, no lo voy a dejar irse. Me decía que iba a estar todo el mundo contento, que iba a haber bombos, carteles con mi foto, papelitos, hasta seguro algún corito que me interrumpiera cada tanto, Porque va a hablar desde el balcón, se lo aseguro, me decía. Y sabés que fue todo así, nene? sabés que fue así?. Yo no lo podía creer, sonreía de puro gusto y cada tanto la miraba para decirle con los ojos, Qué grande que sos, piba, gracias. Y yo no me quería ir, me quería quedar ahí, viendo eso, como suspendido. Qué me importaba mañana o cualquier otro día, si se repetía o no, yo quería quedarme en ese momento. Porque vos no sabés, nene, lo que es que el pueblo te quiera, vos no te das una idea. No te hablo de querer como quieren a un futbolista o algo así, no, yo digo que te necesiten, que te canten; capaz como un fubolista de los buenos, viste, como los de ahora que son todos ídolos. Y yo no te digo esto porque esté bien, pero quién sabe qué está bien? quién me puede decir que siempre piensa en todo el mundo? que no piensa en su bienestar?. Y además, yo no le hacía mal a nadie!, todo se me dio tan bien, nene, porque yo les hacía bien. Yo los ayudaba y recibía a cambio ese elogio, esa deuda que se imponían, me estaban diciendo a gritos "y a cambio lo vamos a querer, general, lo vamos a querer y a defender y a cuidar, porque es nuestro general". Ese nuestro me hacía tan feliz. Yo, que cuando me metí en el ejercito sentía que cargaba la tela de toda la bandera, toda la tela que le correspondía, inmensa, del tamaño de nuestra inmensa patrita. Si los vieras, nene, si los vieras. Era todo una fiesta, y yo también estaba de fiesta, te juro que fui feliz, después no sé, puede que sí, pero ahí te lo afirmo, te doy la palabra, ese día fui feliz en serio. Te juro que me gustaría estar ahí de nuevo.
-General, va a volver, entonces?
-No sé, nene, no sé, yo ya estoy cansado, no sé si me saldría igual igual a esa, son esas cosas que se te dan una vez. Pero vos no te preocupes, vos seguí escribiendo, yo te dejo tranquilo pero vos seguí escribiendo, nene.

Ezequiel

lunes, 16 de octubre de 2006

El mismo

Es absolutamente inaceptable. Vos te sacás todo de encima, te desvestís, te desnudas por completo y seguís siendo el mismo. Te desnudás y te bañás y te frotás brutalmente el jabón. Increible, seguís siendo el mismo. Te desnudas, te bañás furiosamente, te rasgás la piel con la navaja, y nada, él mismo, vos mismo, lo mismo. Te arreglás, te peinás, te ponés perfume, desodorante, crema para peinar, para la cara, para las ojeras, para la respiración artificial de la piel... y nada, todo igual. Y ella no entiende, no entiende cuando vos gritás desesperado que sos el mismo, ella no entiende y se ríe, y vos gritás más desesperado aún. Y ella te mira de reojo y vos te arrancás la carne frente al espejo pero sabés que sos el mismo. Que sos tan el mismo que sos igual. Que mañana te vas a levantar llorando, como todos los días, igual, lo mismo que todos los días.

Ezequiel

FO-TI-TOS

No es melancolía, no es impotencia, no es amor... no, simplemente son fotitos, fotitos que mi cabeza se empeña en ponerme delante -o detrás- de los ojos. Sí, es casi una pelea entre la mente y yo. Yo hago de todo, le pongo pilas, pierdo el partido por goleada y sigo adelante. Pero no, la muy hija de puta no puede dejar de ser centro de atención, tiene que pegarte, cachetearte, clavarte con una agujita para que sientas la piel, la carne, la sangre y sobre todo... bueno, eso. La muy hija de puta tiene que mostrarte una fotito- o varias-, para que vos te congeles, te tapes con las sabanas hasta la nariz, entierres la cabeza en la arena y te paralices de miedo. Sí, miedo. Pero siempre se puede volver, siempre se puede pensar que sólo son fotitos, que no tienen mucho valor, casi que hasta son inventadas, imaginarias, nada concreto. Siempre se puede buscar otras fotos que las contrarresten, que te devuelvan la respiración, que te abran el pecho, o unas fotitos nuevas que crear.
Pero cómo cuesta, y todo por unas fucking fotitos.


Ezequiel
Para Ilu

domingo, 15 de octubre de 2006

Contratapa

Pinturita
Por José Pablo Feinmann

A ella le decían Pinturita. Era alta, usaba unos tacos fuertes y ruidosos que chocaban contra las baldosas o el asfalto como el Séptimo de Caballería; usaba, también, anteojos negros, como esas actrices norteamericanas que salían en Antena o Radiofilm, se pintaba los labios de rojo furia, las mejillas empolvadas, el pulóver lleno a reventar, un poco por el orgullo, y mucho, desmedidamente, por el formidable par de tetas que tenía, las piernas robustas y largas, los brazos también robustos y los dedos como garras. Qué mina. La mirábamos pasar por Estomba rumbo a la Iglesia (¿a qué iba a la Iglesia?) y las mandíbulas se nos caían hasta el cordón de la vereda, lugar en el que estábamos sentados, en esas tardecitas de calor, allá, en Belgrano R, hacia mediados de los años cincuenta. “¿Cómo para qué va a la Iglesia, boludo?,” decía Alfredo, que era el más grande de nosotros. “Para confesar los pecados.” Todos conocíamos los pecados de Pinturita. Era la puta del barrio. Vivía en un conventillo, cruzando Juramento, donde empezaba la parte pobre del barrio. Increíble la poca distancia entre ricos y pobres en ese barrio, en esa época. Vos cruzabas Juramento hacia Mendoza y se acabó, sonaste, eras pobre. De Juramento hacia Echeverría y Sucre y Pampa y en seguida los Virreyes y eras rico, o de familia bien, con viejo médico, como yo. Que me moría por jugar al fútbol con los del otro lado, los de Juramento para allá, que eran unos reos y armaban unos partidos fenomenales y siempre tenían una pelota de cuero que, de algún lado, se la afanaban. Yo jugaba al arco. Doce años, flaco, buenos reflejos. El primer gol me lo hicieron cuando, por primera vez, la vi salir a Pinturita del conventillo. Ni la vi a la pelota. Ni Amadeo la hubiera visto: ella tenía un suéter rojo como la sangre de Alfredo ese día en que Pocho le dio una piña que ni Lausse ni Merentino, sólo Pocho. Rojo el suéter. La miré y la pelota se me coló entre las piernas. Los boludos del otro equipo gritaron ¡Gol! pero el que más la vio a Pinturita ese día fui yo, qué minón, carajo, ni en el Dinamita ni en el Cabeza Fresca se veían cosas así.
No atendía en el conventillo. Ahí tenía su habitación, que era la más linda, prolija y con unos malvones abundantes, más verdes que Ferrocarril Oeste. Se decía, nadie tenía la posta, que atendía en la Iglesia, en la nueva, en la que estaban construyendo. Que era la mina de Atilio, el sereno, el que se quedaba a la noche cuidando la Iglesia: que nadie fuera a franelear contra las paredes de tan santo lugar. Se decía que Atilio era el macho y la hacía laburar para él. Que ella atendía en la torre. Que tenías que arreglar con Atilio y esa noche subías hasta la torre y ahí te esperaba Pinturita y cogías. Le veías la cara a Dios. Dios era la concha. La concha era algo tan extraño para nosotros, tan lejano, que le decíamos así: Dios.
Dinamita y Cabeza Fresca eran las dos revistas con minas medio en bolas. Medio, porque en bolas: ninguna. Para mí, durante años y años, las tetas de una mina eran una rayita en medio del escote. El resto: vaya uno a saber qué era el resto. Una vez, en el Grand Córdoba, nos dejaron pasar en una “prohibida para menos de 18 años” con Martine Carol. Ahí vi, por fin, un par de tetas. A la semana siguiente dieron La Isla del Deseo, con Magali Noel, la Gradisca de Amarcord. ¡Lo que era la Magali en esa película! Volvíamos por Alvarez Thomas y nos preguntábamos si existirían mujeres así, como Magali Noel. “En el cine nada mas, boludo”, decía Alfredo, que terminaba todo lo que decía diciendo “boludo”. Esa noche tuve fiebre y ni tres mejorales amainaron los ardores que Magali había despertado.
En el Colegio, en primer año del secundario, tuvimos una profesora de castellano que era un camionazo. Se llamaba Soto. Le decían la Soto. Y nosotros el Choto, que era lo que queríamos darle. Rompimos la parte delantera del escritorio: hicimos un agujero importante ahí. La Soto se sentaba, se cruzaba de piernas y si uno la miraba desde el piso te decían que le veías la bombacha. Para qué. Cada clase, por lo menos dos pajeros se escondían en los bancos de atrás, bien contra el piso, y le miraban la bombachita a la Soto. Y le hacían un “homenaje”, que era pajearse por ella. Un día la Soto descubre a uno. Qué hace ahí, le pregunta. Es que me siento mal, dice el pecador. Anoche comí pizza fría. Pero, a quién se le ocurre, dice la Soto, y lo manda a la casa para que se cure. Al tipo le salieron todas: le vio la bombacha, la homenajeó y encima se hizo la rata.
A partir del secundario ya era imperioso debutar. Cogerse una mina de una vez por todas. Alfredo, por fin, consiguió una puta. Seríamos cinco. Todos pusimos la guita y fuimos a Plaza Italia. Ahí, uno del grupo, tenía libre la casa de los viejos que se habían ido a Europa o algo así. Entramos y la mina esperaba en una habitación del fondo. Fuimos pasando uno tras otro. Los que volvían, volvían un poco tristes. Menos Alfredo, que apareció con el choto en la mano y dijo saben la matraca que le di, boludos, la dejé para los perros. O sea: para mí, que era el próximo. Entré y la mina estaba en el suelo, encima de una manta. Desnuda, fumaba un cigarrillo y me miró. Y yo, por primera vez, le vi la cara a Dios. Me pareció horrible Dios, un dios oscuro, un dios del pecado. No sé cómo, pero me la cogí. Años después escribí un cuento en el que no, no podía cogérmela. Pero era para darle pinta de sufrido al protagonista y porque estaba de moda no cogerse a las putas; en la literatura, digo. Creo que la culpa era de Abelardo Castillo, que había escrito un cuento así y todos lo copiábamos. Pero no, yo me la cogí a la mina. Y ella me dijo Bien, pibe, ahora sacate el forro y dale la guita al Alfredo. Se la di y Alfredo dijo: “Bien, boludo, al fin le viste la cara a Dios”.
Había otra chica en el barrio. Vivía entre Estomba y Tronador, sobre Echeverría. Se llamaba Clara y era muy linda. Un día la invité al cine y fuimos a ver Al Compás del Reloj con Bill Halley y sus Planetas. Fue muy divertido. Todo el cine se puso a bailar. Nosotros también y bailamos entre las butacas y yo hasta la hice girar sobre mi espalda. Después volvimos y no le di ni un beso. Me sentía sucio por lo de la puta. Además, Clara era una chica decente. Se juntaba con sus amigas y todas eran chicas muy serias. Dos meses después Pocho, que era arquero como yo, nos cuenta que se la levantó a Clarita, y que, en cualquier momento, se la coge. Yo no lo podía creer. Le dije que Clara no se iba a dejar. Pocho se rió y Alfredo dijo: Pero si son todas putas, boludo. Lo único que quieren es coger. Me fui a mi casa, todo lloroso me fui, y me dije que mentían, que Clara era buena y decente y que iba a ser mi novia y hasta que me iba a casar con ella. Ya iban a ver si no. Y cuando me casara le iba a preguntar, la verdad le iba a exigir, cogiste o no cogiste con el Pocho, decime la verdad o te mato, puta de mierda.
Entonces la fui a buscar a Pinturita. Arreglé con Atilio. Era todo cierto: Atilio la cafishiaba y tenías que subir con él hasta la torre y ponérsela a Pinturita, previa retirada de Atilio, que se iba feliz contando la guita. Pinturita me esperaba sobre un catre, desnuda, con sus tetas legendarias, opulentas y, al fin, posibles. Me hizo acordar a Isabel Sarli en Sabaleros. Qué película Sabaleros. Después la Sarli engordó, y se puso vieja y se fue a la mierda. Pero en Sabaleros: las mejores tetas que vi en el cine. Ni las de Magali Noel. Pinturita me dijo: Vení, nene, acercate. ¿Cómo te llamás? Le iba a decir mi nombre cuando oímos un grito horripilante. Era Atilio: se había escondido ahí nomás, en la torre, para vernos coger, y ahora había resbalado y se había caído hasta la calle y ahí quedó, hecho pelota. Pinturita gritó desesperada. ¡Amor!, decía, ¡Amor de mi vida! Pará, le decía yo, que ni cogimos. Asqueroso, me dijo, como para coger estoy yo. ¿No ves que mi amor se hizo mierda contra los adoquines? Por eso, le dije, también se coge para olvidar. Furiosa, me puteó con ganas y corrió escaleras abajo en busca de su amor perdido.
Así fue cómo no me cogí a Pinturita.
Nota al pie: Estos no son los recuerdos de una infancia ni de una adolescencia felices. Son las mezquindades de un tiempo lleno de prohibiciones, de secretos hipócritas. Ocurre que los años tempranos se vuelven dulces y emotivos en la memoria. Pero, ¡cuánto habría deseado que alguien me explicara que la concha no era la cara de Dios! Que las mujeres no eran lo Otro. Que el sexo era hermoso y limpio y alegre. O podía y merecía serlo. Así que, no lo duden, larguen la educación sexual en las escuelas, urgente, ya, aunque los curas molesten y cacareen. Porque, saben, hay algo que no dije: cuando la policía se llevó eso que, sobre los adoquines, quedaba de Atilio, por fin supimos quién era. Era un sacristán, un hombre de Dios que vivía de Dios, o de su cara, que la tenía Pinturita.


Esta es la contratapa del día de la fecha de Página 12. La leí y no pude más que ponerla. Me parece que no hace falta aclarar nada.

Ezequiel

sábado, 14 de octubre de 2006

Recomendada I

Animal Farm, de Orwell, para los que no lo leyeron, se recomienda leerlo, para los que ya lo leyeron, se recomienda releerlo, realmente genial. Y para quién quiera más: Animals, de Pink Floyd, disco que últimamente me tiene más que enamorado, un disco muy duro, desde la increible música hasta las hermosas y duras letras. Un fragmento del principio de Animal Farm que me parece genial, entre otros millones igual de geniales.

"Los cerdos tuvieron una lucha aún mayor para contrarrestar las mentiras que difundía Moisés, el cuervo amaestrado. Moisés, que era el favorito del señor Jones, era espía y chismoso, pero también un orador muy hábil. Pretendía conocer la existencia de un país misterioso llamado Monte Azúcar, al que iban todos los animales cuando morían. Estaba situado en algún lugar del cielo, 'un poco más allá de las nubes', decía Moisés. Allí era domingo siete veces por semana, el trébol estaba en estación todo el año y los terrones de azúcar y las tortas de linaza crecían en los cercados. Los animales odiaban a Moisés porque era chismoso y no hacía ningún trabajo, pero algunos creían lo de Monte Azúcar y los cerdos tenían que argumentar mucho para persuadirlos de la inexistencia de tal lugar."

No me vengan a hablar de religión, dios me libre. Increible.

Ezequiel

miércoles, 11 de octubre de 2006

Varias I

Del capítulo 41 de Rayuela, del cual anuncio mi vigesimo octava relectura, y recomiendo:
" 'Esto es la realidad', pensó Oliveira, sujetando el tablón y mirando a la señora de negro. 'Esto que acepto a cada momento como la realidad y que no puede ser, no puede ser.' "

Y más tarde dice Oliveira: " Somos de una blandura insoportable, Manú. Consentimos a cada instante que la realidad se nos huya entre los dedos como una agüita cualquiera. La teníamos ahí, casi perfecta, como un arcoiris saltando del pulgar al meñique. Y el trabajo para conseguirla, el tiempo que se necesita, los méritos que hay que hacer... Zás, la radio anuncia que el general Pisotelli hizo declaraciones. Kaputt. Todo Kaputt. 'Por fin algo en serio', piensa la chica de los mandados, o ésta, o a lo mejor vos mismo. Y yo, porque no te vayas a imaginar que me creo infalible. ¿Qué sé yo dónde está la verdad? Solamente que me gustaba tanto ese arcoiris como un sapito entre los dedos."


Y un poema de un poeta contemporaneo, poeta si los hay:

Algunas veces vuelo
y otras veces
me arrastro demasiado a ras del suelo,
algunas madrugadas me desvelo
y ando como un gato en celo
patrullando la ciudad
en busca de una gatita,
a esa hora maldita
en que los bares a punto están de cerrar,
cuando el alma necesita
un cuerpo que acariciar.
Algunas veces vivo
y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo
que te arañee el corazón;
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella...,
al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.
Algunas veces gano
y otras veces
pongo un circo y me crecen los enanos;
algunas veces doy con un gusano
en la fruta del manzano
prohibido del padre Adán;
o duermo y dejo la puerta
de mi habitación abierta
por si acaso se te ocurre regresar;
más raro fue aquel verano
que no paró de nevar.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.


Dos textos que a mi humilde entender vale la pela leer varias veces, son bastante geniales.

domingo, 8 de octubre de 2006

Día 8

-Y viste, esto es una mierda, son unos hijos de puta. Levanta la vista y mira el techo, nada especial en el techo, todo tan feo como la misma palabra "techo". -Dejalos que se curtan, que se mueran. Si no nos matan antes, piensa, si no nos pegan un tiro cagón por la espalda, tan cagón que seguro no apuntan a la cabeza, tan cagón que seguro que tienen que disparar más de una vez y el primer disparo te roza la oreja y el segundo se escucha zumbar cerca pero lo mismo te da, no vas a llegar a verle la cara.-Che, pero esto no puede ser así, no puede. Y lo peor es que así es, o simplemente es, se sabe, es así y rompe las pelotas, es un dolor infinito, tan feo como la palabra "infinito", es impotencia pura, es "impotencia" como corresponde-Es una impotencia como corresponde, es pura impotencia. Y sí, es todo un juego de palabras, nos queda eso, che, nos queda sólo eso, las palabras, las cosas son de otras personas, son de algunas personas y las manejan para que tu vida sea una mierda o para que no tengas vida-La vida no es vida. Me mira, lo veo triste, yo también estoy triste, se le nota en el tono con el que me hablan sus ojos, y sí, suena mal, pero me hablan.-Y yo también quiero cambiar las cosas, yo quiero que las cosas no sean cosas, que sea... no sé, quiero algo distinto-Pero vos qué te pensas? que vamos a dejar de luchar? yo estaré loco, te lo acepto, pero yo no me voy a cagar por un par de imbéciles que me ponen la pistola en la nuca, no me voy a cagar por cuatro ebrios que no me pueden mirar a los ojos. Se levanta de la silla y se inclina sobre la mesa, casi pegado a mi cara.-A mí no me dan miedo esos hijos de puta, mal cogidos, eso es lo que son, mal cogidos, que me apunten a la cabeza, maricones, que me pongan la pistola entre los dos ojos y me miren y me digan: yo a vos te mato; van a tener que matarme porque no les pienso dar el gusto de tenerles miedo, de quedarme impotente, de no cambiar nada.-Pero, Ernesto, para vos es posible la revolución?-No me jodas, eso no importa, empecemos por intentarlo, prefiero intentarlo

jueves, 5 de octubre de 2006

¿Y?

Qué se hace? se va o no se va? se escribe o no se escribe? se llama o no se llama? se habla o no se habla? se chatea o no se chatea? se cuenta o no se cuenta? se duerme o no se duerme? se tranquiliza o no se tranquiliza? se pasa o no se pasa? se falta, se pelea, se explota, se presiente, se divierte, se asimila, se desnuda, se rompe, se destroza, se desangra, se entristece, se derrumba, se domina, se increpa, se deslumbra, se posee, se insiste, se lee, se guapea, se comporta, se arregla, se conviene, se lustra, se desgasta, se corroe, se dice o no se dice?

domingo, 1 de octubre de 2006

Perdón por la tristeza

Este adiós, no maquilla un "hasta luego",
este nunca, no esconde un "ojalá",
estas cenizas, no juegan con fuego,
este ciego, no mira para atrás.

Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré,
ahórrate el acuse de recibo
estas vísperas, son las de después.

A este ruido, tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón, podrido de latir
este pez ya no muere por tu boca
este loco se va con otra loca
estos ojos no lloran más por ti.

Yo me rompo la cabeza intentando hacer una puta poesía que pueda llegar a ser algo similar a una carta de adios y este hijo de puta de Joaquín hace algo tan perfecto como esto que publico. Realmente, hasta creo que podría publicar sólo el primer verso "Este adios no maquilla un 'hasta luego'" que ya alcanza. Yo no puedo superar esta perfección, no puedo dejar de leerlo y estar asombrado y por lo tanto, no puedo más que publicarlo y hacerlo mío en algún sentido. Leanla quince veces, treinta, disfrutenlo porque es lo justo.
Sí, es un intento de carta de adios. Es, casi, perfectamente eso.
Ezequiel

martes, 26 de septiembre de 2006

NO ES

Sería preferible que evitáramos el PERO y el AUN
_______Distingamos, blanco y negro

Es mejor que digas ODIO
Es mejor un disparo, un bofetón,
un arañazo
____________No quiero una caricia de tus garras

No me quieras, amor
No me extrañes

Digamos que las cosas son
- no seas
políticamente correcta-
o no son
No detengas a la mitad el NO

No me rebajes a quererme

Detestame
No desperdiciemos los TODAVÍA - ya no
valen-

Puteame
Matame entero
_______________el cuchillo afilado
______________________con fuerza

Odiame

Ó

Será mi dedo en el gatillo
Mis uñas garras
______Mi negro
____________Mi NO
_________________Mi insulto
________________________Mi portazo

_______ES mi ODIO

Ezequiel

Republicado luego de varias críticas del taller. Espero que vaya queriendo un poco más. Siempre sujeto a modificaciones. Igual, espero que en algún momento se termine la tortura y la obsesión por esta poesía. Veremos cómo sigue la historia.

domingo, 24 de septiembre de 2006

The smiles don't return to the faces

- Y no sé, no quiero que se muera, no es que quiero que se muera -Y qué es entonces? - Es la sensación de querer eso, como que desaparezca, eso es en realidad, que nunca haya existido -Pero cortala con hablar de Ella, sos un infantil, siempre con lo mismo -¿Por qué infantil? - Porque estás siendo infantil - Si no me querés escuchar, no me escuches, no puedo evitarlo - Igual, es infantil tu actitud - Y bueno, tal vez sí, tal vez soy un infantil ¿cuál es el problema, si todas las noches lloro como un bebé, pero un bebé en serio, eh - Pero eso no te justifica, eso no justifica nada -Cómo que no justifica, si te digo que lloro como un bebé no es porque lo haga a propósito, así sale, así estoy, infantil - Pero vos llorás por cosas de grandes, no lloras por lo mismo que un bebé, llorás de amor - No sé - ¿Cómo que no sabés?¿De qué llorás entonces? - De bronca - Bueno, será de bronca y amor en todo caso - No, no, de bronca, porque cuando tenés amor no llorás, llorás cuando no lo tenés, entonces no llorás de amor, llorás de bronca por no tenerlo -La verdad es que no te entiendo, me parece que decís cualquier cosa y ya sos molesto hablando siempre de lo mismo - Y cómo me vas a entender, vos no tenés ni idea de lo que es este vacío, si no tenés idea no vas a entender mi bronca, ni por qué lloro como un bebé, ni por qué quiero que no exista, vos no sabés lo que es el vacío, es algo que te chupa, o mejor dicho te hunde, es como si la gravedad fuera más fuerte y te pegara contra el asfalto; y para colmo las pesadillas, vos no sabés lo que son las pesadillas - Claro que sé ¿te pensás que nunca tengo pesadillas? sé lo que es una pesadilla -No, no sabés, porque vos no tenés pesadillas como tengo yo, vos, a lo sumo, tendrás de esos malos sueños en los que te persigue un monstruo o un asesino y no podés correr, eso no es una pesadilla - Seguís hablando como un pendejo, y qué es una pesadilla entonces? - Una pesadilla es que todo parezca de verdad, parezca realidad, no, no, para, dejame seguir, que todo parezca de verdad, y entonces ella viene, aparece ahí, y obviamente vos estás incómodo, porque en la realidad estarías incómodo, pero está ahí lo mismo, y no sé, hay otra gente, pero no te importa, vos la ves a ella, y entonces ella se acerca y te da un beso, y es un beso de los de ella, que ya casi te habías olvidado de cómo eran, o no habías pensado en eso, pero es un beso de los de ella, sabés que es ella, es su lengua, sus labios, es su mano en tu nuca de la misma forma que siempre, es ella, sabés y estás seguro de que es ella, y se aprieta contra vos, y la sentís toda, cada parte de ella chocando contra vos, y la sensación es familiar, te la sabés de memoria, no hay quien pueda discutirte que es ella porque sentís sus tetas del tamaño exacto, la forma de la pelvis, las piernas, y le ponés una mano en la cintura, sigue siendo ella, y entonces, mientras te sigue besando, en esos segundos, pensás que quiere volver, pensás que eso es que acaban de volver. Y es un segundo, pero ella se separa bruscamente de vos y te dice "No te amo más", un segundo, un segundo y se va, en un segundo te moriste en el sueño, te diste cuenta que es una pesadilla. Y lo peor, lo peor de todo es que te despertás, y no sabés si es mejor seguir soñando o estar despierto, porque la pesadilla es también la realidad, es lo mismo que cuando estás despierto, y no sabés si levantarte y hacer de cuenta que no pasó nada o quedarte en la cama y llorar como un bebé.

viernes, 15 de septiembre de 2006

CICLOTIMIA II

Ultimamente mis multiples personalidades están en conflicto. Hoy, por ejemplo, todavía están discutiendo. El agresivo le dejó un ojo morado a cada uno y rompió e hizo volar por los aires alguna que otra cosa; al bueno, obviamente, lo echaron a patadas ni bien quiso participar, dicen que todo es culpa de él; el llorón casi no puede articular palabra, se le llena la boca de lágrimas; el borracho hipa, putea contra las mujeres y dice que se dejen de joder con ese tema, cada tanto abraza al llorón; el rockero se cansó y puso Led Zeppelin, Jimi Hendrix y algún que otro blues al máximo volumen mientras sacudía la cabeza, todos se quejaron; el machito porteño quiere cambiar la música, dice que necesita escuchar al Polaco, el borracho lo aplaude; al positivo lo escucharon un rato y después se aburrieron, el negativo lo mandó a cagar; el snob, el estudioso y el trabajador se unieron e intentan convencer a todos de que hay cosas más importantes que hacer; el irónico dice que Ella va a volver; el lector lee Sartre en una esquina, cerca está de la nausea; el hipocondríaco aduce que así no puede seguir porque se va a morir de úlcera en el estómago, bronquitis aguda y cagadera, todo junto; el escritor se perdió en un cuaderno, ya no le interesa discutir; el adicto al chat acaparó la computadora y dos por tres lo llama al violento para que lea las pelotudeces que le dicen; el depresivo a menudo levanta la cabeza para proponer un suicidio masivo, los otros lo tratan de loco; el loco se ofende, propone hacer un puzzle de 5.000 piezas que seguro los mantiene distraídos; al nene le gustó la idea del puzzle, pero prefiere ir a ver la tele; el revolucionario pretende inducirlos a escribir un manifiesto contra el amor que sea la base para la revolución, "Amor libre, nada de pertenencia, abajo el dominio" es el slogan; el adolescente sugiere irnos todos de fiesta; el sexopata no apareció, dicen que debe andar buscando donde poner la mente pero que seguro no se le para - fue la única risa del día-; el amiguero no para de llamar a todos los amigos por teléfono; el fumador fuma y fuma, va por el pucho cuarenta, cada tanto sugiere ir a buscar alguna otra cosa para fumar; el religioso también desapareció, lo putean entre todos, cuando se lo necesita nunca está; el psicólogo no llegó a decir más que "es un claro trauma..." que ya todos le estaban pegando, el violento se reía.

Mientras tanto yo, el enamorado, miro desde un rincón de la habitación; triste.

DOCE

Alright, Jimi, I'm goin' down to shoot my old lady

jueves, 14 de septiembre de 2006

ONCE

Y prendés el cigarrillo número 27 del día y te preguntás si hay algo que valga la pena

miércoles, 13 de septiembre de 2006

DIEZ

Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo. Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares, llorando. Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
Mi querido Oliverio

NUEVE

Arde, Quema

martes, 12 de septiembre de 2006

OCHO

Mira para abajo, imagina que la toma de la mano; salta.

SIETE

No lograba entender si la vida es puta porque la hacen puta, o puta porque la obligan. Pero ya me di cuenta: la vida es puta porque le gusta, el problema es cuando te cobra.

SEIS

Odi et Amo. Quare id faciam fortasse requiris. Nescio, sed fieri sentio et excurcior.

Odio y amo. Tal vez preguntes por qué lo hago. No lo sé, pero siento que es así y sufro.

CINCO

Hace un par de días que me duelen las costillas del lado izquierdo; pero me equivoqué, era el corazón.

lunes, 11 de septiembre de 2006

CUATRO

Cuando las abría me olvidaba de todo. ¿Era leer?. No, sino morir de extasis.

TRES

Me gustan los diálogos neuróticos de Woody Allen, como siempre se gana a las chicas lindas y como se ríe de su hipocondría. Pero bueno, mañana es un fucking día más y no hay nada nuevo bajo el sol.
Qué le vamos a hacer.

domingo, 10 de septiembre de 2006

DOS

En general, cuando uno se va a dormir tiene que apagar la luz; cuando no, no.

UNO

Hey, Echu, where you goin' with that gun in your hand?

martes, 29 de agosto de 2006

Tango A

Después, qué importa del después... dirían unos hermanos, no sé si sabios pero capos seguro, y canta hermosamente una garganta de arena con demasiado sentimiento.
Ha sido un fin de semana muy de tango, aunque no haya escuchado tango, pero recién hoy martes me di cuenta que eso era. Un tango. Y hay quien dice que no hay que hacer de las cosas un tango. ¿Por qué? es la pregunta. ¿ No hay bastante de reconfortante en el tango?. Esa actitud que se acepta como débil pero que al mismo tiempo le pone un pecho duro como un adoquín porteño - comentario aparte: por eso odio el bolero que tanto comparan con el tango, el bolero es de puto-. Y la siguiente pregunta que me viene a la cabeza - mientras escucho al polaco decir una verdad tan verdad como que la vida es una herida absurda - es ¿hay algo en el después?, o mejor ¿hay después del después?. Parecería tonto caer en un juego de palabras que le dejaremos a nuestro muy querido Bucay - y sus reflexiones que semejan profundidad cuando no son más que un charquito sobre la baldoza-. Pero igual me atormenta. Qué queda de la cosa cuando la cosa pasa. Qué hay en el después que lo hace tan fuerte para tener que decir como buen macho "qué importa del después!". Tal vez alguien no me siga, vamos a ser sencillos, Echu: cuando no importa, no importa, y uno no se lo plantea ni siquiera; pero cuando de algo uno tiene que pensar para adentro "no me importa, me chupa un huevo, que no importe" es porque es jodido.
Y el "después" no es más que una palabra fuerte quizá, o tal vez realmente es una palabra que detiene.
Un poco de recuerdo y sin razón... cerralo, dale, cerrame el ventanal.

Martín

martes, 15 de agosto de 2006

Un lindo comienzo

"Tendrías cambio" preguntó, mostrandole un billete de dos pesos a esa chica morena a la que unos dedos un tanto deformes le sobresalían de las sandalias. No se imaginó que esa misma chica, o sea yo, sería la que la torturaría, tiempo después, en aquel baño de horrendos azulejos celestes. Yo tampoco lo sabía aún.


La verdad es que esto me parece un buen comienzo para un cuento, así que decidí pedir a los poco frecuentes (y poco abultados) pero fieles, concurrentes a este blog que sugieran posibilidades para el cuento. Nada, algo tipo un juego digamos, veremos que sale. Posteen, gente.

Ezequiel

martes, 8 de agosto de 2006

El mago y la piedra

Obviamente, como no podía ser de otra forma, el post de esta semana va dedicado a mi primer orgullo, mi primer bebé que parí en una nerviosa noche de invierno... sí, sí, es la nota:www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/subnotas/3157-505-2006-08-06.html
para todos aquellos que no la hayan leido, que creo son pocos dado que a todos perseguí para que la leyeran.
quisiera mandar un saludo a todos los que me conocen, a mi papá, a mi mamá, a la tía Chola y a Don Leonardo.

Hoy, más Ezequiel M. Acuña que nunca

lunes, 31 de julio de 2006

Oh, yeah... II

Sigo pensando en un blues sobre la página. Releyendo lo que había escrito antes - que verdaderamente creo que estuvo lejos de lograr el cometido o en todo caso fue sólo un paso dentro de una caminata - pensé que lo más parecido a un blues tiene que estar en forma de diálogo, y posiblemente de monólogo, pero no monólogo en sí sino como un diálogo del que sólo escuchamos a uno de los interlocutores. La pregunta que se harán es: Por qué un diálogo así?. Tal vez el hecho de que se lo puede leer muchas veces sin aburrirse - un poco por la antirigidez de un diálogo aunque sea ficción - al igual que se puede escuchar ese blues, que es siempre igual y al mismo tiempo distinto, que tiene una estructura rígida, son siempre las mismas palabras, pero variación constante, dependiendo desde dónde lo leas o escuches. Y por qué un diálogo del cual escuchamos a un solo interlocutor?. Pienso sobre todo en que no importa a quién le habla un blues, o de quien trata, o quién es la mujer, o quien es el amigo, o quien es el tipo, o quién es... importa esa identificación entre aquel que dice y yo que diría algo parecido, que me saca una sonrisa frente a la coincidencia.

Recomiendo la lectura de "Vivir es fácil, el pez está saltando" un cuento de Abelardo Castillo... lo leí hoy y creo que está muy cerca de ser un blues - tal vez hasta esa haya sido la intención de Abelardo: quien sepa sobre la canción "Summertime" puede contarme -.

Martín

Tal vez teorizar sirva para escribir en algún momento

sábado, 29 de julio de 2006

Oh, yeah...

Cómo se escribe un blues? no digo cómo se compone, ni cómo se escribe la letra: cómo se escribe un blues? Cómo hago que eso que es un blues pase a ser esto que estoy escribiendo?. Porque definitivamente no me alcanza con hablar de escalas, de notas, de voces... y de repente tenemos una armónica que rompe con todo, pero la base me sigue cayendo pesada, constante, de esas que obligan a mover el piecito... y mi cabeza tiende a moverse de costado, y los ojos se me entornan... pero eso es un blues? así está bien escrito un blues o sólo estoy escribiendo la escena de escuchar un blues?... hay más, hay más, estoy seguro... hay esa suciedad, esa perfección que está tanto en la repetición como en la desprolijidad de esa repetición... se lo puede escuchar mil veces, nunca es igual. Además de todo esto yo creo que el blues tiene un efecto curativo, casi como esa flor que te hace olvidar de las cosas o las canaliza hacia otra fuerza... el blues te hace poderoso, te permite ser un obsoleto tarado, un imberbe e infame tarado... pero sin que te importe... es casi como el tango, pero un poco menos melancólico, con todo lo que tiene de machito el tango... y todo lo que tiene de melancólico el blues.
No, no, no... pero es otra cosa.

"I said you messed up my happy home.."

Martín

viernes, 28 de julio de 2006

Descripción de un veinteañero(o casi)

Hay tres cosas que no me gustan: uno, la impotencia; dos, la presión; tres, la fisura.
Hay tres cosas que adoro: uno, los sábados por la tarde; dos, un buen polvo; tres, vivir de noche.
Hay tres cosas que amo: uno, la literatura; dos, las mujeres; tres, escribir.
Hay tres cosas que me pueden: uno, los libros; dos, los besos; tres, el rock
Hay tres cosas que extraño: uno, el verano; dos, la adolescencia; tres, la ausencia de responsabilidad
Hay tres cosas fundamentales en mi vida... la ficción, el sexo y el descontrol.
El resto es para no ser tan monotono.

sábado, 22 de julio de 2006

Sería fantastico

Sería fantástico que yo estuviese equivocado y que el water no estuviese ocupado
Que se instalara en mi barrio el paraíso terrenal.
Sería fantástico no pasar por el tubo. Que todo fuera como está mandado y que no mande nadie. Que llegara el día del sentido común. Encontrarse como en casa en cualquier sitio. Poder ir distraído sin correr peligro. Sería fantástico que todos fuéramos hijos de Dios.

Desordenado y recortado, unos versos de un gallego medio cursi pero que me gustaron.

Ezequiel

domingo, 16 de julio de 2006

...................................................

Nada solas palabra
variación de encontrados hipotesis
entendimiento de para por concatenación sin rojo nombre
solo
otra ahora significado contextos
cambio
lenguaje gran parte de silencio autor
formación In-
ojos dulzura expresión relugar abrir guardar de locos
ciclotimia uso sistema
cierto criterio albornoz de integra fuerza motriz especular claridad
división regulación limitación adverbio
terrible nada de sueño de nada, de palabra ;:...
....;,,,,,,:.....
uno sin par restrictivo olfato disgregación, pero
sector conmutable ordinario del siglo expanden comunidad esa habla
norma
sistema
puta
coliloquio omnipresente nada alberga -ción común
omisiones de voseo
lindo?
comoda él siente se

nada de nada

a
perfección sin perfección sin felación con ción con do con sé, son de rima de sol de mí de tí de sí
armadura
mal de ver de ser
adán, eva, alfonsina
región de variación
sin sentido para
italiano tautología de poder variación abreviado es decir de reglas
madura
moldura de cada
cadena
simpatía modal rizomática shock
-o-o-a-i-u
dentoalveolar cruzada de ondulación sintagmática nuclear derivativa
reincidencia abismillo azul canónico de tuerca
copulación pseudo
esquizo
mal
libro tema sempiterno alboroto de matraca crisalida losange aurática producción
art pop
desinencia casual causal aunque modus um cualitat nocturnusque clamore citaeron
uvula decí queré subjuntivamente -a
non Saeuit
inherente resplandor voraz ostranenie
teoría
signo/ser
experimentante caldera mundial de vivificaciones este..... lo
deseo articular sin grave movimiento dados de él de juego de nada


Martín

Para todo aquel que haya leído absolutamente todo lo que escribí de más está decir que el sentido es nulo, que la gramática es nula, que la oración no existe, que el signo es una falacia. Es una profunda reVelión contra la concatenación de palabras y la masa de sentido que se puede dar en un pilón de focotopias de 40 centímetros de alto. Un poco de respiro, ni vanguardia ni institución, libertad, carajo!!!!!!!!!!

jueves, 15 de junio de 2006

Y yo que creí que no podía

No sé qué pasó, no fue nada especial: simplemente un día salí a la calle y estaba bien. Caminé, como hay que caminar cuando uno está bien, silbando bajito como quien dice. No diría que estaba feliz, tal vez es demasiado, o inexistente o estupido. Estaba bien. Tenía muchas cosas en qué pensar, muchas cosas que hacer, estaba cansado, habría preferido quedarme en mi casa, en piyama, cómodo, pero igual: estaba bien. Nada era terrible. Qué podía ser terrible? mucha gente? estar cansado?. Nada. Era miercoles, en dos días sería viernes, los chicos siempre están. Nada era terrible. Estaba bien, caminé bien. Bueno, no hay más para decir, no hubo nada especial, fue así, una brisa fría en la cara, un poquito de sol, unas nubes grises por ahí, la gente, una canción silbada bajita y me di cuenta. Me di cuenta que la estaba olvidando sin querer.

Martín

a Pereyra

martes, 6 de junio de 2006

Ditirambo melancólico

En las benditas indecisiónes de la vida uno anda a veces medio perdido. Vale aclarar, uno es lo que es y anda siempre con lo puesto; pero a veces lo puesto no alcanza y lo que es se transforma en innecesario. Si intentaramos volver tal vez caeríamos de nuevo en el pozo, o nos comeríamos la piedra... quién sabe. Lo más terrible es poder decidir para donde ir, lo más terrible no es ser un monstruo sino ser humano.

Martín, paradito en la esquina

domingo, 4 de junio de 2006

Sin musa

La inspiración a veces viene de a montones y a veces se pierde en alguna esquina de Buenos Aires. A veces narramos, armamos, dejamos a los personajes elegir su vida; a veces describimos, observamos, caemos en la desesperación. A veces elegimos, a veces nos dirigen.

Martín

miércoles, 3 de mayo de 2006

Sobre coger en cuatro (o "Perrito")

Mujer: - Porque para ustedes es re facil y re dominante, pero para nosotras es mas complicado.
Hombre: - ¿Por qué más complicado?
Mujer: - Y... porque es como coger al revés

Martín

Voy a salir a caminar solito... o a correr, por qué no?

domingo, 9 de abril de 2006

Mi novia llegó a las 10 de la noche, comió, se fumó un pucho, revisó sus mails y se fue a dormir... a las 12 y cuarto.

Yo ayer no salí, pasé un viernes bastante depresivo, en casa, conectado pero sin hablar con mucha gente porque no la había. Pero bueno, me dormí contento pensando que hoy, sábado, iba a hacer algo con mi novia.


La patente de mi auto, que es un Renault 9 bordó, es SEH 916.

Mi mamá, ayer, viernes a la mañana , iba manejando y anduvo tres cuadras detrás de un Renault 9 bordó con patente SEH 917. A la tarde, le jugó a la quiniela del sábado, provincial y nacional, mañana y noche al 917 y 916.


Si mi mamá le llega a pegar a la quiniela prometo que publico en este mismo
blog una foto mía, desnudo, tocando la flauta traversa con un inflador y cantando la
marsellesa (sí, le agrego audio).


Martín... Dios me libre

martes, 4 de abril de 2006

BLACK DOG


Hace mucho que no escribo en esta cosa... no tengo muchas ganas de hacerlo. Tenía, sólo, ganas de subir una foto de Bonham. Este tipo sabía tocar la batería como la puta madre.

En honor a este dios del rock...
rest in peace

Martín

I don't know, but I've been told
big leg womans ain't got no soul

lunes, 20 de febrero de 2006

Fiebre

No me contagié de nadie, no era mi intención... tampoco lo había planeado... surgió, digamos. Quise tener una lectura amena después de 1984 y El pintor, el general y la dama y otros tal vez un poco más densos. Quería algo que se pudiera leer en la playa (suele molestarme el sol pegandome duro para leer, aunque a Pechi le haya dicho que me la bancaba) y que no fuera el acostumbrado libro de García Marquez que me llevo... ya no creo que me interesara ninguno de los no leidos. Y así fue... una noche de pelicula, Luli que quería verla para ver la que sigue y me encantó la pelicula y tuve nuevamente la sensación que tenía al leer el Señor de los anillos, esa fantasía épica, esos heroes en prosa, esa valentía, esas cosas, realmente, tan poco reales pero hermosas. Y dije Basta!, basta al naturalismo, a lo crudo, basta por unos días por lo menos, aunque me guste, basta, un poco de fantasía, un poco de Bien y Mal... diferenciado, claro, nítido (aunque ni en el libro sea tan diferenciado). Pedí prestado los 5 libros de Harry Potter, sí, los cinco primeros y debos decir... no puedo parar de leerlos.
Dice Borges en unas conferencias en Estados Unidos que él cree fervientemente que la literatura va a volver a lo épico, que él ve que la sociedad necesita lo épico (en un mundo en el que nunca está claro quien te caga y quien no y para qué lado tiran los tomates), reconstruir pautas y exaltar formas. Y aunque en este mundo el merchandising abunda y Harry Potter no podía dejar de ser un producto, esos libros crean un mundo tan mágico y a la vez tan siniestramente parecido al nuestro que no se puede pensar que es pura ficción pero ayuda a encontrar que al final de todo, siempre hay un poco de magia aun en los tiempos más crueles.
Tolkien fue un maestro, Rowling aprendió bastante bien.

Martín

La injusticia de aquella situación iba minándolo poco a poco y le daban ganas de gritar de rabia.

martes, 7 de febrero de 2006

Fantasías y aforismos

No quedan búsquedas sin el rocío de las piedras circundantes. Los fuegos inexpertamente alocados, hacen de mí, un lugar rebobinado. Maquiavélicos altares, sombras pantanosas... todo eso y más no queda. Es un sobrevuelo hacia la profundidad ardiente de los infinitos próceres del destino. ¿Dónde se encuentran? ¿existen?. Ya nadie puede contestarlo, y menos responderlo. Mas es posible que sobre un altiplano de dificultades, alguien logre conseguir las sobras del eco sonoro. Pero ¿Qué sonido duerme en el fondo de este abismo?, probablemente duerma sin descanso, y sobre ninguna pausa encontrará fragor. Sus pensamientos son retumbantes dentro de las posibilidades muertas. No tiene ni comienzo ni fin, por lo que ambos se complementan en un gran y hermoso punto de fuga. Es la línea incesante del tiempo, la cual no sabe recortarse en partes, para luego poder evitar la eternidad y encontrar su patrón de periodicidad. ¿Será temor, acaso, lo que sufre?. Es algo inaveriguable, insondable... Una verdad oculta en tantas mentiras relampagueantes. Irónico, como un gran nunatak de hielo escabulléndose entre las rocas. Ya llegó, y nadie lo puede perseguir, pero su codicia lo llevará a un final no tan calculado por esos tan favorables augurios que alguna vez pudo y supo interpretar. Se queda sin su dios, sin su Dios... solo en un mundo de barreras. Sólo en un mundo de barreras puede ocurrir tan grande crimen. Tan grande y tan perfecto, tan hermoso. Éstas son las delicias que mucha gente encontrará jamás, y muchos pocos saborearán en vano. No hay que juzgar al poder para encontrar esa puerta tan visible que te puede conducir a donde ni los pocos honores se pueden salvar. No hay que encontrar las razones, tal vez necias, de un poderío dogmático y razonable, para iluminarse con complejidades elementales. Si no hay espacio, el ser íntegro se expandirá, y así logrará apaciguar ese caos, esa entropía tan encontrada en cada rincón, en cada instante, en cada ínfima partícula...
¿Hay necesidad de tanto, acaso?. No, no es necesario. Pero aún así, inevitable. Y tan inevitable como impreciso. En su totalidad, muchos tratarán de comprenderlo, pero pocos invocarán su sentido, sea por uno u otro motivo de sabiduría o simple pasión, simple curiosidad, simple suerte. Valioso es saberlo, pero en vano es intentarlo. No aparece si se lo quiere, pero sangra repentinamente. Y sus efímeras gotas pueden controlar esta utopía idílica, con un pequeño esfuerzo, casi nulo, casi cero...
Contradicciones. Modestias. Ya nadie despierta, mas ya nadie duerme. Neutros, Inertes, logramos cumplir Su objetivo. Apagados, solventados, pudimos darles el don divino. Ya todo es absoluto, ya nada perdura en subjetividad. Ya no hay miradas, ya no quedan de esas tan expresivas, que alguna vez supieron mostrarnos el significado de estar, de ser, de vivir, de querer, de amar, de sonreír, de sentir. Ya no hay vuelta atrás... o tal vez sí.
Elefece y Martín (o Gastón y Ezequiel, todo depende)
Todo sea por no aburrirse en clase