viernes, 20 de octubre de 2006

En el otro lado

Estoy con los dedos nerviosos, ansiosos de que vayan saliendo sensaciones. Y entonces me pregunto, instintivamente, casi por reflejo: "qué estás haciendo, nene?, en dónde estás parado?". Claro, cómo no preguntarselo y cómo no replantearselo. Es muy sencillo criticarlo en su pleno nacimiento argumentando que no estoy parado sino sentado, es muy sencillo concederle falsedad y casi antitautología ante la premura. Pero más dificil y más necesario es pensarlo, rumiarlo, masticarlo despacito sintiendole el sabor-probablemente amargo- que contiene. Hay que desmenuzarlo, presentir el juguito verdoso que se expandirá por la lengua. Hay que rendirle culto, honrarlo y respetarlo. Hay que ser modestos y educados, condecender, ser apremiantes con el esfuerzo. Pensarlo de a poquito, verlo salir como un hilito plateado, ese hilito que casi nos une con las ideas -casi, porque todo nos separa, inevitable y radiantemente, en el fondo-. Porque no es cualquier cosa, no. No es cualquier cosa plantearse un segundo de modestia, proponerse un instante de autosinceridad y autocrítica y pensar: en dónde estoy parado? qué estoy haciendo?. Make me feel alright, Gloria!Gloria! Y entonces las cosas se aclaran, uno se convulsiona, vuelve la insatisfacción de la inacción, los dedos tiesos, las pupilas que se dilatan y los ojos que les corren el telón, la sangre se agolpa en las yemas de los dedos y se ve un piano, un escenario amplio para que él cante, y las manos sobre el teclado. Y también se ven las letras, la música y las letras que te recorren. Las letras las hace música él, recostado sobre la pierna derecha, revoleando la cabeza, un poco tambaleante. Y de nuevo el piano, y tus dedos que lo acompañan, que le dicen "dale, cantá". Vos lo llevás y él te lleva, te permite armar todo desde donde estás, te pide una mano para no caer sobre el suelo negro del escenario. Porque todo está en eso, no caer en el escenario, no desvanecerse, no apagarse, hacer brotar un poder más allá de todo, energizar la subida, el grito de locura. Todo está en lograr seguir por el camino, acelerar hasta la máxima velocidad, mantener el equilibrio, dejarlo ir. Y él lo grita, y vos lo tecleas, sacás toda la energía por tus dedos, lo hacés ser de otra forma, tus manos lo escriben. Escriben: Let it roll, baby, roll.
-Muchas gracias por la energía, Jim

Ezequiel, muy conversador con los perdidos

Build me a woman

2 comentarios:

Anónimo dijo...

make me feel alright

Ezequiel M. dijo...

y suele pasar, desventajas de la drogadicción... Bastante que en castellano me cuido de no pifiarle, ya en otro idioma casi que no me hago cargo...
Gracias por la breve y contundente acotación