lunes, 29 de enero de 2007

Proyecto: Afrodita porteña

Hoy, el principio de un cuento que tengo la ambición de terminar (o escribir) en algún momento. Espero los comentarios.
---Mariana amenazó con el cuchillo sobre su muñeca. Lloraba. Yo simulaba estar tranquilo; hablaba bastante, lento. Era un desafío en el que yo tenía por perder tanto como ella. Se lo dije:- Acá perdemos los dos, nena; no gana ninguno o ganamos ambos. Eso es lo que ella no aceptaba, gritaba pastosamente que era la única forma.
---Me acerqué despacio, un paso cada muchas palabras. Llegué a tocarle la cabeza, mi mano en su nuca, mis dedos hundiéndose en su pelo como una caricia. Me conservé estático; ella temblaba.
---Con la palma de la mano se corrió las lágrimas hacia las mejillas, el cuchillo estaba a un costado. Ahora en mi mano, ahora en el piso, o en la mesa. Mariana cayó entre mis brazos y mi hombro le opuso resistencia a su cabeza. Sentí la humedad en mi remera, cómo lloraba cada vez más en silencio. Me permití, ahora, llorar.
---Sentado en el piso de la habitación, contra la pared, metí una mano en el bolsillo del pantalón y tomé un cigarrillo. Ella dormía contra mi pecho y la luz que entraba por la ventana alumbraba más que el velador que había quedado encendido. Mientras le acariciaba el pelo mecánicamente sentí que las lágrimas lloradas durante todo ese tiempo nos habían humedecido el corazón hasta convertirlo en una pasta informe. La realidad se nos había desdibujado y vuelto manchones de grafito en una vereda. Cuando había fumado la mitad del cigarrillo lo apagué en el piso, tenía hambre y necesitaba dormir, aunque no tuviera sueño. Me moví lentamente hasta dejarla tendida en el suelo y la alcé para llevarla a la cama. Durante esos instantes no pude escapar a la idea de que estábamos huyendo de algo que había sido concreto en algún momento y ahora se tornaba indescifrable y confuso. Verla recostada sobre las sábanas, frágil, derrotada en su batalla contra ella misma era tan distinto a lo que yo creía recordar, cuando se me hacía impenetrable y misteriosa.
---No, no había dejado de serlo, quizá sólo era responsabilidad de la luz de la mañana, la claridad suave; en todo caso la noche era distinta, había sido distinta. Y yo sabía que éramos incoherentes con lo que habíamos sido. Yo o ella, alguno de los dos, los dos al mismo tiempo. Tal vez yo veía mis recuerdos desde mi idealización, o creía recordarla con una consistencia que no era más que mi imaginación de aquel entonces, cuando el palo no había golpeado mi nuca, cuando aún brillaba la quinta estrella y, en fin, todo esto era lo de siempre. Con un movimiento de cabeza me negué creerlo y me senté en el borde de la cama.
---Mariana se acomodó de costado, mostrándome la parte de atrás de la gastada remera que usaba para dormir. Le acaricié el brazo. Era real: sentí la piel erizándose con el roce de mi mano, la carne caliente. Acostada parecía más humana que la primera vez que la vi, caminando entre la gente. Me levanté para ir hacia la cocina y me recordé saliendo de la facultad. Un dato circunstancial, en mi memoria no había más que eso y verla caminar en sentido contrario a mí. Aún hoy no sé de qué clase venía, cómo era mi estado emocional o económico, político o metafísico. Todo se resume a ella, que parecía andar por otro lugar, una ciudad diferente a la que yo conocía. O un año distinto, el futuro o el pasado.
---Ya en la cocina separé una silla y me senté, sentí nuevamente aquel vacío que me rodeó esa vez. Como si la hubiera estado esperando y al mismo tiempo me sorprendiera y me atemorizara esa mujer que avanzaba entre la gente.
---La vuelvo a ver caminando hacia mí por esa calle que olvidé. Se mueve suave y, mientras tanto, introduce, con una tranquilidad que me inquieta, su mano derecha por el escote de la remera: se acomoda el corpiño.
---Ni siquiera ahora me parece ordinario. Mariana tenía la capacidad de existir más allá del resto del planeta y que el paisaje se acomodara a ella. Así fue como pasó por al lado mío, con la mano debajo de la remera; sin importarle, tal vez ni siquiera percibir, que la estaba mirando, yo o cualquier otro.

9 comentarios:

chichi dijo...

increible
por favor que termine mal. Más tristeza, más lágrimas, más querer matarse y, lo que es peor, no matarse. Si el corazón era una pasta informe, que se diluya y se escurra por ahí.

sí, da para sufrir. Qué va a hacer, si no? Levantarse y decirle "buen día!"?

Genial, la conoció, le revolucionó la cabeza y los pantalones, hasta el corazón. Pero ahora parece un trapito mojado... o pasa algo que le devuelva a ella su status de superminón o que termine con todos nosotros llorando.

S dijo...

Me gusto mucho el cuento -o inicio de cuento-, especialmente este frafmento: No, no había dejado de serlo, quizá sólo era responsabilidad de la luz de la mañana, la claridad suave; en todo caso la noche era distinta, había sido distinta. Y yo sabía que éramos incoherentes con lo que habíamos sido. Yo o ella, alguno de los dos, los dos al mismo tiempo.
Que bueno eso de "incoherentes-o, en el buen sentido ¿traidores?- con lo que habiamos sido"
La unica critica es el nena del principio, tal vez mejor sin nena.
Besos, S

Anónimo dijo...

¡¡¡Quiero ver como sigue!!!
Me siento leyendo un folletín, esperando con ansias la próxima entrega

P.D.: me impresiona ( y me fascina)que cada vez que entro a tu blog hay algo nuevo
P.D.2: también, y para todos los "bloggers", me sorprende (y me fascina, otra vez) que se animen a mostrar sus textos...espero algún día imitar su valentía

Anónimo dijo...

Es increíble la velocidad con la que escribís. Coincido con Natu en eso, sos un tipo muy cebado y como lectora, está buenísimo.
Como dije, el cuento (o comienzo de cuento) está muchísimo más uniforme, tiene una línea mucho más clara y es un alivio que no hayas resignado las cosas que ya te dije que me gustan. Volví a encontrar frases simplemente brillantes. No las transcribo porque me da fiaca volver a la página principal y copiarlas, jajaja.
La único que tengo para decirte (o recomendarte) es que le pongas tanto énfasis como en original a la construcción del personaje de Mariana. Me pareció una mina recontra fuerte y me gustaría que se notara, fue una de las cosas que más me gustó cuando lo leí por primera vez.
Me está gustando, me está gustando mucho. Realmente me alegra que hayas "vislumbrado cierto hilito" (Echu dixit) y que hayas podido acomodar las cosas en función de optimizar todo (comprensión, estilo, línea).
Felicitaciones.
Besos!

Ezequiel M. dijo...

Bueno, muy contento de que haya gustado la verdad, un placer.
S., me encanta eso de traidores, me parece que te voy a robar. Y me gusta que me hayas criticado el nena, gracias.
Señorita Chichi, sos una copada, hay siete páginas más aún, así que no se preocupe que habrá mucho más sufrimiento, como corresponde y más superminon, si lo logro.
Señorita Natu, esperamos su blog para unirla a la cofradía.
Lo de que hay algo nuevo... el tema es la calidad, la cantidad es causada por no tener nada mejor que hacer.
Bian, que sea fuerte es mi idea, algo tiene que salir

Si es que no han mentido, presumo que gustó, así que seguiré publicando Afrodita...

Espero que sigan las críticas, vienen muy bien.
Saludos
E.

Anónimo dijo...

Me olvidaba: con todo respeto, a mí me gustó el "nena" del principio...

chichi dijo...

genial!!!

sí! lágrimas, de las que cuesta sacar, que se atoran en el pecho, yeah!

pero decidite: me tratas de vos o me tratas de usted.

un gusto leerte.


PD: y sí, aguante Mariana. El sentido del "nena" creo que dependerá de dónde está Mariana para el muchacho... por más que sea linda palabra y suene bonito decirle "nena" a un superminón...
De todos modos, no sé si me parece tan importante.

Anónimo dijo...

Me gustó, me gustó el principio del cuento...
No voy a hacer demasiados comentarios y/o críticas porque lo leí bajo presión y rápido...Y no me siento en condiciones...jajaja..


Igula, vovleré a leerlo y hacer los comentarios correspondientes, sino el post en un blog no tiene gracia.


Beso*

Nina dijo...

Reconozco que "Afrodita porteña" ha cambiado mucho su rumbo desde la última vez que lo leí, allá lejos y hace tiempo. El nuevo rumbo le sienta muchísimo mejor.