viernes, 19 de enero de 2007

Los besos que nos perturban (o Sexopático: segundo movimiento)

Y todo se da porque la lengua acomete el roce del cuello. Esa es la primer prueba. Puede haber besos entre las bocas: más convencionales, más calentones, menos formales, menos provocadores; pero cuando los límites se borran de un leve soplido de aire caliente... ¡Qué dios te libre, hermano!.
Ahí estás perdido, o comenzás a estar perdido, porque después viene el lengüetazo a la oreja, la humedad que te empapa y el zumbido no es externo, es de tu cuerpo que empieza a arder y se te escapa un gemidito de esos medio tímidos: lo dudás, mas cuando su lengua insiste te abandonás complacido al candoroso placer del morbo.
Repentinamente se separa, te mira, te desesperás. "¡Volvé!" querés gritar. Y se hunde en tu pecho: es un descanso, te prepara para lo peor, para el golpe bajo. Porque después, y el después a veces importa, la pendiente lleva al agua hacia lo profundo, y la humedad te recorre hacia el centro -mántrico, místico o tántrico, lo mismo da, es el centro-.
Y un segundo antes, un instante, un milímetro, un pelito -literalmente, un pelito- se frena.
¡Para qué!
De un arrebato le desgarrás la boca con besos, le masticás la lengua. Rompés botones, cierres. Despedazás tiritas, broches de corpiños et ceteras.

La locura sexopática, tan hermosa, morbosa y candorosa; todo por una lengua y unos besos bien calculados.

Ezequiel

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me siento indefectiblemente tocada con todo esto. No quiero hablar del tema, sabés que me... perturba. Ni siquiera sé si me gustó o no, no puedo pensar estéticamente.
Sigue sorprendiéndome tu escritura instantánea.
Beso.

Ezequiel M. dijo...

uh, loca, qué perturbada, jajaja.

El sexo perturba, che.

Soy como una cámara de fotos... fotito instantanea.

Anónimo dijo...

¿será el sexo o el texto o su conjunción que transmiten tan intensamente ciertas sensaciones?

Ezequiel M. dijo...

y... el sexo tiene lo suyo, no se puede negar