jueves, 15 de junio de 2006

Y yo que creí que no podía

No sé qué pasó, no fue nada especial: simplemente un día salí a la calle y estaba bien. Caminé, como hay que caminar cuando uno está bien, silbando bajito como quien dice. No diría que estaba feliz, tal vez es demasiado, o inexistente o estupido. Estaba bien. Tenía muchas cosas en qué pensar, muchas cosas que hacer, estaba cansado, habría preferido quedarme en mi casa, en piyama, cómodo, pero igual: estaba bien. Nada era terrible. Qué podía ser terrible? mucha gente? estar cansado?. Nada. Era miercoles, en dos días sería viernes, los chicos siempre están. Nada era terrible. Estaba bien, caminé bien. Bueno, no hay más para decir, no hubo nada especial, fue así, una brisa fría en la cara, un poquito de sol, unas nubes grises por ahí, la gente, una canción silbada bajita y me di cuenta. Me di cuenta que la estaba olvidando sin querer.

Martín

a Pereyra

martes, 6 de junio de 2006

Ditirambo melancólico

En las benditas indecisiónes de la vida uno anda a veces medio perdido. Vale aclarar, uno es lo que es y anda siempre con lo puesto; pero a veces lo puesto no alcanza y lo que es se transforma en innecesario. Si intentaramos volver tal vez caeríamos de nuevo en el pozo, o nos comeríamos la piedra... quién sabe. Lo más terrible es poder decidir para donde ir, lo más terrible no es ser un monstruo sino ser humano.

Martín, paradito en la esquina

domingo, 4 de junio de 2006

Sin musa

La inspiración a veces viene de a montones y a veces se pierde en alguna esquina de Buenos Aires. A veces narramos, armamos, dejamos a los personajes elegir su vida; a veces describimos, observamos, caemos en la desesperación. A veces elegimos, a veces nos dirigen.

Martín