martes, 15 de mayo de 2007

A la señorita de verde

- Disculpe, señorita ¿usted sabe lo que me hizo? No, como va a saber, no tiene ni la más remota idea... pero eso no la redime, no se crea, esto me lo hizo usted, sí, sí: usted, que me ve con esos ojos marrones inabarcables. No mire para otro lado, usted me hizo este tajo, sí. Claro, cuándo, se preguntará, cómo hice yo para hacerle algo si sólo pasé por su lado sin siquiera rozarlo. Pues le respondo, señorita, desde el fondo de mi pecho, que la culpa es pura y exclusivamente suya. ¿Y sabe por qué soy tan drástico? porque estas cosas no se hacen, no, no se hace, es de mala educación. Pero tranquila, cámbieme la cara, no me mire con ese tono de voz que me envalentona más aún y no se lo recomiendo, señorita. Las respuestas ya llegarán a su debido tiempo y en las condiciones necesarias, estoy totalmente dispuesto a explicarle cada palabra que le he dicho aunque eso me lleve la eternidad... pero antes déjeme que me acerque, un paso nomás. Está bien, está bien, sé que peco en retrasar mis argumentos, pero míreme, no se dé vuelta, por favor, míreme… es muy sencillo, es su perfume. Ahí está la clave de todo, su perfume, sí, aunque le parezca raro. ¿Contenta ahora? ¿Está más tranquila? La noto aliviada, tampoco era para andar suspirando. No quiero ni pensar lo que habrá imaginado… dese cuenta que yo no soy un cualquiera, señorita. ¿Ahora me deja acercarme un poco más? Claro, claro, desde ya, tiene razón, yo lo dije: todo a su debido tiempo. Pero me entiende, ya sé que me entiende. Ahora le reitero: hágase cargo, le pido, de esta herida. Se da cuenta, ¿no?, se da cuenta lo profundo que ha llegado su perfume para decirme que debo hablarle indefectiblemente... tu perfume, si me permite tutearla, ha minado mi condición de hombre, me ha hundido una daga caliente en el pecho que sólo usted puede devolver a su funda… Me gusta su sonrisa… perdón, es cierto, tu sonrisa. Pero qué me dice, ¿está dispuesta a ayudarme? No, no me trate de adulador, está bien, se lo acepto: debo admitir que su vestido verde tiene un contenido afrodisíaco. De cualquier forma, ¿me permite invitarla con un café?

4 comentarios:

Ezequiel M. dijo...

Republicación... a falta de ideas buenos son los viejos bocetos...
Lo retoqué un poquito, nada muy particular, simplemente para matar la mala racha.

E.

Nini dijo...

Sí, justo iba a decir que este texto me resultaba conocido. Los cambios, desde ya, no los noté porque no me acuerdo taaanto del original.
Me gusta mucho este texto, ya te lo había dicho.
¿Viste que al final vos también estás de acuerdo en que el olor del otro es fundamental? Y vos que me dijiste que por decir eso yo soy positivista, ja.
Beso (virtual para no contagiar)

Ezequiel M. dijo...

Yo te dije eso? seriamente?... es increible cómo puedo muchas veces ponerme a discutir posicionado en un lugar con el que no estoy de acuerdo...
Para mí el olor del otro es una cosa muy particular, en todos los sentidos... y cuando es un perfume se me hace irresistible...

Cuando veo Perfume de mujer siento que esto delante de la quintaescencia...

E.

pd: positivista? en serio usé ese término? a razón de qué? cómo pude haber dicho eso? qué quiere decir!?!?!?

Anónimo dijo...

qué lindo texto....
me re gustó...
Ún poco por el usted, otro poco por la temática (siempre el encuentro amoroso es una buena temática)...
Me re gustó!!! (frase muy poco académica pero a quién le importa)

Saludos a todos