sábado, 28 de octubre de 2006

It was one of those nights

Ella era algo así como una música de los ochenta, me hacía seguirla a un ritmo distinto. Lo tiraba todo lento, sin justificarlo demasiado. Yo tampoco lo pedía. Se caía, despacio; a un giro que nadie apuró. En algún momento pensé que me olvidaba de decir, que salteaba párrafos enteros. Lo pensé; nada más.
Había algo de dormir en la estación en todo eso. Una noche. Se partía o se volvía. Algo así.
Todavía hay cosas que no entiendo. Hay pequeñas cosas que lo hacían más dulce; nunca entendí por qué estaba lejos de ser empalagador. Pero siempre se me hizo difícil. No me resulta fácil caer en la explicación de lo cursi. Y un poco me resisto.
Sé que en el fondo había un ritmo que me movía. Lo presentí. Y todavía.

Se trata de muy pocas cosas en realidad. Este texto son pocas cosas. Sigo sin estar más cerca de donde estaba. Se multiplicaron las decisiones, tal vez.

A veces me siento paralizado, es cosa de un segundo. Es tal vez un flash. O un punto. Woody diría que una pelotita y una red. Qué sé yo.
Pero siempre hay una vuelta a la selva; creo que, primero, hay que decir hola. O disculparse si uno es atrevido.


Ezequiel

It felt so right

miércoles, 25 de octubre de 2006

Fotolog

Hoy estaba escribiendo. Lo dejé por la mitad, la verdad es que Los beatles y otras cosas me perdieron de lo que iba a hacer. Probablemente haya tiempo de volverlo a hacer. Así que por ahora simplemente la dejamos acá. No gastemos más energía y vamos a hacer otra cosa, viste.
Saludos.

Y sí, escribo como hablo, es la onda fotolog.

Ezequiel


Tuesday on the phone to me

domingo, 22 de octubre de 2006

Sí, es así, che

Lo acepto. Abuso de los "casi como" y de los "tal vez". Lo sé, abuso de la confianza que tienen. Sueno casi como si estuviera mintiendo, inverosimil. Tal vez es porque nadie podría decir en dónde está la linea que divide, que marca, en dónde dice que se pueden poner tantos "casi como" y tantos otros "tal vez". Digamos que más allá de la moralidad me gustan esos dos giros - sí, porque para mí son giros en la vida-, me gusta y lo acepto, abuso de lo que me gusta. Casi como si fuera un nene caprichoso. Ojo, tal vez lo soy, muy probablemente lo sea. Que me corran, que me digan que soy un mentiroso, que me peguen, que me digan que soy un cagón, un cobarde, un obsesivo, un caprichoso. Pero a mí el "casi como" me gusta, está cerca de la comparación pero el "casi" lo rompe, lo reformula, lo hace otra cosa, lo hace distinto -tal vez más real-. El casi lo despedaza, te dice: ole, nene. Casi como si te tirara un caño, te goza. O tal vez te da más oportunidades, te dice: loco, es parecido pero no es igual. Sí, tal vez sea eso. El "Tal vez" es una esperanza, así se sencillo. Sí, lo sé, es una frase boluda pero creo que más que nada es un presentimiento. Es presentir que hay veces, que hay situaciones. Y no tienen el deber de ser algo increible. Son un simple tal vez que te endulza, te da un toque distinto, qué sé yo.
Es una caja de cigarrillos o un beso, un ir o un venir, unas dos cuadras de distancia. Bueno, es un tal vez, no es más que eso. Para qué extenderse mucho más. Es lindo así como es -aunque tal vez yo esté mintiendo, casi como inventando algo-.

Ezequiel

Che, que se curtan todos

viernes, 20 de octubre de 2006

En el otro lado

Estoy con los dedos nerviosos, ansiosos de que vayan saliendo sensaciones. Y entonces me pregunto, instintivamente, casi por reflejo: "qué estás haciendo, nene?, en dónde estás parado?". Claro, cómo no preguntarselo y cómo no replantearselo. Es muy sencillo criticarlo en su pleno nacimiento argumentando que no estoy parado sino sentado, es muy sencillo concederle falsedad y casi antitautología ante la premura. Pero más dificil y más necesario es pensarlo, rumiarlo, masticarlo despacito sintiendole el sabor-probablemente amargo- que contiene. Hay que desmenuzarlo, presentir el juguito verdoso que se expandirá por la lengua. Hay que rendirle culto, honrarlo y respetarlo. Hay que ser modestos y educados, condecender, ser apremiantes con el esfuerzo. Pensarlo de a poquito, verlo salir como un hilito plateado, ese hilito que casi nos une con las ideas -casi, porque todo nos separa, inevitable y radiantemente, en el fondo-. Porque no es cualquier cosa, no. No es cualquier cosa plantearse un segundo de modestia, proponerse un instante de autosinceridad y autocrítica y pensar: en dónde estoy parado? qué estoy haciendo?. Make me feel alright, Gloria!Gloria! Y entonces las cosas se aclaran, uno se convulsiona, vuelve la insatisfacción de la inacción, los dedos tiesos, las pupilas que se dilatan y los ojos que les corren el telón, la sangre se agolpa en las yemas de los dedos y se ve un piano, un escenario amplio para que él cante, y las manos sobre el teclado. Y también se ven las letras, la música y las letras que te recorren. Las letras las hace música él, recostado sobre la pierna derecha, revoleando la cabeza, un poco tambaleante. Y de nuevo el piano, y tus dedos que lo acompañan, que le dicen "dale, cantá". Vos lo llevás y él te lleva, te permite armar todo desde donde estás, te pide una mano para no caer sobre el suelo negro del escenario. Porque todo está en eso, no caer en el escenario, no desvanecerse, no apagarse, hacer brotar un poder más allá de todo, energizar la subida, el grito de locura. Todo está en lograr seguir por el camino, acelerar hasta la máxima velocidad, mantener el equilibrio, dejarlo ir. Y él lo grita, y vos lo tecleas, sacás toda la energía por tus dedos, lo hacés ser de otra forma, tus manos lo escriben. Escriben: Let it roll, baby, roll.
-Muchas gracias por la energía, Jim

Ezequiel, muy conversador con los perdidos

Build me a woman

jueves, 19 de octubre de 2006

Citas II

Hoy: 1984. Como es inevitable, después de dos lecturas consecutivas de Animal Farm no queda más que pasar a 1984, gran libro de Orwell, profundo(qué palabra de mierda). Una cita sobre la temática que me compete en el último tiempo:

"Ella lo refería todo a su propia sexualidad. A diferencia de Winston, entendía perfectamente lo que el Partido se proponía con su puritanismo sexual. Lo más importante era que la represión sexual conducía a la histeria, lo cual era deseable ya que se podía transformar en una fiebre de guerra y en adoración del Líder. Ella lo explicaba así: 'Cuando haces el amor gastas energías y después te sientes feliz y no te importa nada. No pueden soportar que te sientas así. Quieren que estés a punto de estallar de energía todo el tiempo. Todas estas marchas arriba y abajo vitoreando y agitando banderas no es más que sexo agriado. Si eres feliz dentro de ti mismo, ¿por qué te ibas a excitar por el Gran Hermano y el Plan trienal y los Dos Minutos de Odio y todo el resto de su porquería?'.
Esto era cierto, pensó él. Había una conexión directa entre la castidad y la ortodoxia política. ¿Cómo iban a mantenerse vivos el miedo, y el odio y la insensata incredulidad que el Partido necesitaba si no se embotellaba algún instinto poderoso para usarlo después como combustible?. El instinto sexual era peligroso para el Partido y éste lo había utilizado en provecho propio. "

A veces, cuando leo estas cosas, me da la impresión de que no estoy tan loco como todos dicen (y me tratan).
Recomiendo todo el libro, para que entiendan mejor de lo que tratan estos párrafos (aunque como nadie más que Pecho firma estoy empezando a pensar que es el único que me lee).

Ezequiel

martes, 17 de octubre de 2006

De una tarde de calor

Vos no sabés, nene, vos no te das una idea. Vos sabés lo que era yo caminando, rodeado de papelitos? Yo pensé que de esa no salía, ya está, todo mucho esfuerzo pero se me había terminado, no tenía chances. Estaba la piba por ahí que me ayudaba, iba de un lado al otro convocando, les hablaba mucho. Me dijo que casi no durmió esos días, me lo dijo varias veces. Pero no sabés lo bien que estaba cuando la vi de nuevo, ahí paradita, con un traje impecable, con el pelo rubio y un peinado que tal vez no le vi jamás, pero me parece que era el mismo de siempre y al mismo tiempo no. La piba hizo todas para mí - vos la tendrías que haber visto, nene, estaba con una sonrisa preciosa ese día- pero yo lo mismo pensaba que no iba a servir tanto esfuerzo, no, yo estaba kaputt. Ya fue, ya está, y se lo dije, no te creas que me gustaba cuando me contaba que estaba de acá para allá y no dormía, no, ya está, le decía yo, nos vamos, si me dejan irme nos vamos afuera. No, me decía ella, no nos vamos a rendir, yo no lo voy a dejar-porque en ese tiempo todavía no me tuteaba-. No nos vamos a rendir, me repetía y después me decía-: Va a ver lo que será cuando vuelva, va a ver, lo vamos a lograr juntos y si no lo voy a lograr yo, no lo voy a dejar irse. Me decía que iba a estar todo el mundo contento, que iba a haber bombos, carteles con mi foto, papelitos, hasta seguro algún corito que me interrumpiera cada tanto, Porque va a hablar desde el balcón, se lo aseguro, me decía. Y sabés que fue todo así, nene? sabés que fue así?. Yo no lo podía creer, sonreía de puro gusto y cada tanto la miraba para decirle con los ojos, Qué grande que sos, piba, gracias. Y yo no me quería ir, me quería quedar ahí, viendo eso, como suspendido. Qué me importaba mañana o cualquier otro día, si se repetía o no, yo quería quedarme en ese momento. Porque vos no sabés, nene, lo que es que el pueblo te quiera, vos no te das una idea. No te hablo de querer como quieren a un futbolista o algo así, no, yo digo que te necesiten, que te canten; capaz como un fubolista de los buenos, viste, como los de ahora que son todos ídolos. Y yo no te digo esto porque esté bien, pero quién sabe qué está bien? quién me puede decir que siempre piensa en todo el mundo? que no piensa en su bienestar?. Y además, yo no le hacía mal a nadie!, todo se me dio tan bien, nene, porque yo les hacía bien. Yo los ayudaba y recibía a cambio ese elogio, esa deuda que se imponían, me estaban diciendo a gritos "y a cambio lo vamos a querer, general, lo vamos a querer y a defender y a cuidar, porque es nuestro general". Ese nuestro me hacía tan feliz. Yo, que cuando me metí en el ejercito sentía que cargaba la tela de toda la bandera, toda la tela que le correspondía, inmensa, del tamaño de nuestra inmensa patrita. Si los vieras, nene, si los vieras. Era todo una fiesta, y yo también estaba de fiesta, te juro que fui feliz, después no sé, puede que sí, pero ahí te lo afirmo, te doy la palabra, ese día fui feliz en serio. Te juro que me gustaría estar ahí de nuevo.
-General, va a volver, entonces?
-No sé, nene, no sé, yo ya estoy cansado, no sé si me saldría igual igual a esa, son esas cosas que se te dan una vez. Pero vos no te preocupes, vos seguí escribiendo, yo te dejo tranquilo pero vos seguí escribiendo, nene.

Ezequiel

lunes, 16 de octubre de 2006

El mismo

Es absolutamente inaceptable. Vos te sacás todo de encima, te desvestís, te desnudas por completo y seguís siendo el mismo. Te desnudás y te bañás y te frotás brutalmente el jabón. Increible, seguís siendo el mismo. Te desnudas, te bañás furiosamente, te rasgás la piel con la navaja, y nada, él mismo, vos mismo, lo mismo. Te arreglás, te peinás, te ponés perfume, desodorante, crema para peinar, para la cara, para las ojeras, para la respiración artificial de la piel... y nada, todo igual. Y ella no entiende, no entiende cuando vos gritás desesperado que sos el mismo, ella no entiende y se ríe, y vos gritás más desesperado aún. Y ella te mira de reojo y vos te arrancás la carne frente al espejo pero sabés que sos el mismo. Que sos tan el mismo que sos igual. Que mañana te vas a levantar llorando, como todos los días, igual, lo mismo que todos los días.

Ezequiel

FO-TI-TOS

No es melancolía, no es impotencia, no es amor... no, simplemente son fotitos, fotitos que mi cabeza se empeña en ponerme delante -o detrás- de los ojos. Sí, es casi una pelea entre la mente y yo. Yo hago de todo, le pongo pilas, pierdo el partido por goleada y sigo adelante. Pero no, la muy hija de puta no puede dejar de ser centro de atención, tiene que pegarte, cachetearte, clavarte con una agujita para que sientas la piel, la carne, la sangre y sobre todo... bueno, eso. La muy hija de puta tiene que mostrarte una fotito- o varias-, para que vos te congeles, te tapes con las sabanas hasta la nariz, entierres la cabeza en la arena y te paralices de miedo. Sí, miedo. Pero siempre se puede volver, siempre se puede pensar que sólo son fotitos, que no tienen mucho valor, casi que hasta son inventadas, imaginarias, nada concreto. Siempre se puede buscar otras fotos que las contrarresten, que te devuelvan la respiración, que te abran el pecho, o unas fotitos nuevas que crear.
Pero cómo cuesta, y todo por unas fucking fotitos.


Ezequiel
Para Ilu

domingo, 15 de octubre de 2006

Contratapa

Pinturita
Por José Pablo Feinmann

A ella le decían Pinturita. Era alta, usaba unos tacos fuertes y ruidosos que chocaban contra las baldosas o el asfalto como el Séptimo de Caballería; usaba, también, anteojos negros, como esas actrices norteamericanas que salían en Antena o Radiofilm, se pintaba los labios de rojo furia, las mejillas empolvadas, el pulóver lleno a reventar, un poco por el orgullo, y mucho, desmedidamente, por el formidable par de tetas que tenía, las piernas robustas y largas, los brazos también robustos y los dedos como garras. Qué mina. La mirábamos pasar por Estomba rumbo a la Iglesia (¿a qué iba a la Iglesia?) y las mandíbulas se nos caían hasta el cordón de la vereda, lugar en el que estábamos sentados, en esas tardecitas de calor, allá, en Belgrano R, hacia mediados de los años cincuenta. “¿Cómo para qué va a la Iglesia, boludo?,” decía Alfredo, que era el más grande de nosotros. “Para confesar los pecados.” Todos conocíamos los pecados de Pinturita. Era la puta del barrio. Vivía en un conventillo, cruzando Juramento, donde empezaba la parte pobre del barrio. Increíble la poca distancia entre ricos y pobres en ese barrio, en esa época. Vos cruzabas Juramento hacia Mendoza y se acabó, sonaste, eras pobre. De Juramento hacia Echeverría y Sucre y Pampa y en seguida los Virreyes y eras rico, o de familia bien, con viejo médico, como yo. Que me moría por jugar al fútbol con los del otro lado, los de Juramento para allá, que eran unos reos y armaban unos partidos fenomenales y siempre tenían una pelota de cuero que, de algún lado, se la afanaban. Yo jugaba al arco. Doce años, flaco, buenos reflejos. El primer gol me lo hicieron cuando, por primera vez, la vi salir a Pinturita del conventillo. Ni la vi a la pelota. Ni Amadeo la hubiera visto: ella tenía un suéter rojo como la sangre de Alfredo ese día en que Pocho le dio una piña que ni Lausse ni Merentino, sólo Pocho. Rojo el suéter. La miré y la pelota se me coló entre las piernas. Los boludos del otro equipo gritaron ¡Gol! pero el que más la vio a Pinturita ese día fui yo, qué minón, carajo, ni en el Dinamita ni en el Cabeza Fresca se veían cosas así.
No atendía en el conventillo. Ahí tenía su habitación, que era la más linda, prolija y con unos malvones abundantes, más verdes que Ferrocarril Oeste. Se decía, nadie tenía la posta, que atendía en la Iglesia, en la nueva, en la que estaban construyendo. Que era la mina de Atilio, el sereno, el que se quedaba a la noche cuidando la Iglesia: que nadie fuera a franelear contra las paredes de tan santo lugar. Se decía que Atilio era el macho y la hacía laburar para él. Que ella atendía en la torre. Que tenías que arreglar con Atilio y esa noche subías hasta la torre y ahí te esperaba Pinturita y cogías. Le veías la cara a Dios. Dios era la concha. La concha era algo tan extraño para nosotros, tan lejano, que le decíamos así: Dios.
Dinamita y Cabeza Fresca eran las dos revistas con minas medio en bolas. Medio, porque en bolas: ninguna. Para mí, durante años y años, las tetas de una mina eran una rayita en medio del escote. El resto: vaya uno a saber qué era el resto. Una vez, en el Grand Córdoba, nos dejaron pasar en una “prohibida para menos de 18 años” con Martine Carol. Ahí vi, por fin, un par de tetas. A la semana siguiente dieron La Isla del Deseo, con Magali Noel, la Gradisca de Amarcord. ¡Lo que era la Magali en esa película! Volvíamos por Alvarez Thomas y nos preguntábamos si existirían mujeres así, como Magali Noel. “En el cine nada mas, boludo”, decía Alfredo, que terminaba todo lo que decía diciendo “boludo”. Esa noche tuve fiebre y ni tres mejorales amainaron los ardores que Magali había despertado.
En el Colegio, en primer año del secundario, tuvimos una profesora de castellano que era un camionazo. Se llamaba Soto. Le decían la Soto. Y nosotros el Choto, que era lo que queríamos darle. Rompimos la parte delantera del escritorio: hicimos un agujero importante ahí. La Soto se sentaba, se cruzaba de piernas y si uno la miraba desde el piso te decían que le veías la bombacha. Para qué. Cada clase, por lo menos dos pajeros se escondían en los bancos de atrás, bien contra el piso, y le miraban la bombachita a la Soto. Y le hacían un “homenaje”, que era pajearse por ella. Un día la Soto descubre a uno. Qué hace ahí, le pregunta. Es que me siento mal, dice el pecador. Anoche comí pizza fría. Pero, a quién se le ocurre, dice la Soto, y lo manda a la casa para que se cure. Al tipo le salieron todas: le vio la bombacha, la homenajeó y encima se hizo la rata.
A partir del secundario ya era imperioso debutar. Cogerse una mina de una vez por todas. Alfredo, por fin, consiguió una puta. Seríamos cinco. Todos pusimos la guita y fuimos a Plaza Italia. Ahí, uno del grupo, tenía libre la casa de los viejos que se habían ido a Europa o algo así. Entramos y la mina esperaba en una habitación del fondo. Fuimos pasando uno tras otro. Los que volvían, volvían un poco tristes. Menos Alfredo, que apareció con el choto en la mano y dijo saben la matraca que le di, boludos, la dejé para los perros. O sea: para mí, que era el próximo. Entré y la mina estaba en el suelo, encima de una manta. Desnuda, fumaba un cigarrillo y me miró. Y yo, por primera vez, le vi la cara a Dios. Me pareció horrible Dios, un dios oscuro, un dios del pecado. No sé cómo, pero me la cogí. Años después escribí un cuento en el que no, no podía cogérmela. Pero era para darle pinta de sufrido al protagonista y porque estaba de moda no cogerse a las putas; en la literatura, digo. Creo que la culpa era de Abelardo Castillo, que había escrito un cuento así y todos lo copiábamos. Pero no, yo me la cogí a la mina. Y ella me dijo Bien, pibe, ahora sacate el forro y dale la guita al Alfredo. Se la di y Alfredo dijo: “Bien, boludo, al fin le viste la cara a Dios”.
Había otra chica en el barrio. Vivía entre Estomba y Tronador, sobre Echeverría. Se llamaba Clara y era muy linda. Un día la invité al cine y fuimos a ver Al Compás del Reloj con Bill Halley y sus Planetas. Fue muy divertido. Todo el cine se puso a bailar. Nosotros también y bailamos entre las butacas y yo hasta la hice girar sobre mi espalda. Después volvimos y no le di ni un beso. Me sentía sucio por lo de la puta. Además, Clara era una chica decente. Se juntaba con sus amigas y todas eran chicas muy serias. Dos meses después Pocho, que era arquero como yo, nos cuenta que se la levantó a Clarita, y que, en cualquier momento, se la coge. Yo no lo podía creer. Le dije que Clara no se iba a dejar. Pocho se rió y Alfredo dijo: Pero si son todas putas, boludo. Lo único que quieren es coger. Me fui a mi casa, todo lloroso me fui, y me dije que mentían, que Clara era buena y decente y que iba a ser mi novia y hasta que me iba a casar con ella. Ya iban a ver si no. Y cuando me casara le iba a preguntar, la verdad le iba a exigir, cogiste o no cogiste con el Pocho, decime la verdad o te mato, puta de mierda.
Entonces la fui a buscar a Pinturita. Arreglé con Atilio. Era todo cierto: Atilio la cafishiaba y tenías que subir con él hasta la torre y ponérsela a Pinturita, previa retirada de Atilio, que se iba feliz contando la guita. Pinturita me esperaba sobre un catre, desnuda, con sus tetas legendarias, opulentas y, al fin, posibles. Me hizo acordar a Isabel Sarli en Sabaleros. Qué película Sabaleros. Después la Sarli engordó, y se puso vieja y se fue a la mierda. Pero en Sabaleros: las mejores tetas que vi en el cine. Ni las de Magali Noel. Pinturita me dijo: Vení, nene, acercate. ¿Cómo te llamás? Le iba a decir mi nombre cuando oímos un grito horripilante. Era Atilio: se había escondido ahí nomás, en la torre, para vernos coger, y ahora había resbalado y se había caído hasta la calle y ahí quedó, hecho pelota. Pinturita gritó desesperada. ¡Amor!, decía, ¡Amor de mi vida! Pará, le decía yo, que ni cogimos. Asqueroso, me dijo, como para coger estoy yo. ¿No ves que mi amor se hizo mierda contra los adoquines? Por eso, le dije, también se coge para olvidar. Furiosa, me puteó con ganas y corrió escaleras abajo en busca de su amor perdido.
Así fue cómo no me cogí a Pinturita.
Nota al pie: Estos no son los recuerdos de una infancia ni de una adolescencia felices. Son las mezquindades de un tiempo lleno de prohibiciones, de secretos hipócritas. Ocurre que los años tempranos se vuelven dulces y emotivos en la memoria. Pero, ¡cuánto habría deseado que alguien me explicara que la concha no era la cara de Dios! Que las mujeres no eran lo Otro. Que el sexo era hermoso y limpio y alegre. O podía y merecía serlo. Así que, no lo duden, larguen la educación sexual en las escuelas, urgente, ya, aunque los curas molesten y cacareen. Porque, saben, hay algo que no dije: cuando la policía se llevó eso que, sobre los adoquines, quedaba de Atilio, por fin supimos quién era. Era un sacristán, un hombre de Dios que vivía de Dios, o de su cara, que la tenía Pinturita.


Esta es la contratapa del día de la fecha de Página 12. La leí y no pude más que ponerla. Me parece que no hace falta aclarar nada.

Ezequiel

sábado, 14 de octubre de 2006

Recomendada I

Animal Farm, de Orwell, para los que no lo leyeron, se recomienda leerlo, para los que ya lo leyeron, se recomienda releerlo, realmente genial. Y para quién quiera más: Animals, de Pink Floyd, disco que últimamente me tiene más que enamorado, un disco muy duro, desde la increible música hasta las hermosas y duras letras. Un fragmento del principio de Animal Farm que me parece genial, entre otros millones igual de geniales.

"Los cerdos tuvieron una lucha aún mayor para contrarrestar las mentiras que difundía Moisés, el cuervo amaestrado. Moisés, que era el favorito del señor Jones, era espía y chismoso, pero también un orador muy hábil. Pretendía conocer la existencia de un país misterioso llamado Monte Azúcar, al que iban todos los animales cuando morían. Estaba situado en algún lugar del cielo, 'un poco más allá de las nubes', decía Moisés. Allí era domingo siete veces por semana, el trébol estaba en estación todo el año y los terrones de azúcar y las tortas de linaza crecían en los cercados. Los animales odiaban a Moisés porque era chismoso y no hacía ningún trabajo, pero algunos creían lo de Monte Azúcar y los cerdos tenían que argumentar mucho para persuadirlos de la inexistencia de tal lugar."

No me vengan a hablar de religión, dios me libre. Increible.

Ezequiel

miércoles, 11 de octubre de 2006

Varias I

Del capítulo 41 de Rayuela, del cual anuncio mi vigesimo octava relectura, y recomiendo:
" 'Esto es la realidad', pensó Oliveira, sujetando el tablón y mirando a la señora de negro. 'Esto que acepto a cada momento como la realidad y que no puede ser, no puede ser.' "

Y más tarde dice Oliveira: " Somos de una blandura insoportable, Manú. Consentimos a cada instante que la realidad se nos huya entre los dedos como una agüita cualquiera. La teníamos ahí, casi perfecta, como un arcoiris saltando del pulgar al meñique. Y el trabajo para conseguirla, el tiempo que se necesita, los méritos que hay que hacer... Zás, la radio anuncia que el general Pisotelli hizo declaraciones. Kaputt. Todo Kaputt. 'Por fin algo en serio', piensa la chica de los mandados, o ésta, o a lo mejor vos mismo. Y yo, porque no te vayas a imaginar que me creo infalible. ¿Qué sé yo dónde está la verdad? Solamente que me gustaba tanto ese arcoiris como un sapito entre los dedos."


Y un poema de un poeta contemporaneo, poeta si los hay:

Algunas veces vuelo
y otras veces
me arrastro demasiado a ras del suelo,
algunas madrugadas me desvelo
y ando como un gato en celo
patrullando la ciudad
en busca de una gatita,
a esa hora maldita
en que los bares a punto están de cerrar,
cuando el alma necesita
un cuerpo que acariciar.
Algunas veces vivo
y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo
que te arañee el corazón;
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella...,
al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.
Algunas veces gano
y otras veces
pongo un circo y me crecen los enanos;
algunas veces doy con un gusano
en la fruta del manzano
prohibido del padre Adán;
o duermo y dejo la puerta
de mi habitación abierta
por si acaso se te ocurre regresar;
más raro fue aquel verano
que no paró de nevar.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.


Dos textos que a mi humilde entender vale la pela leer varias veces, son bastante geniales.

domingo, 8 de octubre de 2006

Día 8

-Y viste, esto es una mierda, son unos hijos de puta. Levanta la vista y mira el techo, nada especial en el techo, todo tan feo como la misma palabra "techo". -Dejalos que se curtan, que se mueran. Si no nos matan antes, piensa, si no nos pegan un tiro cagón por la espalda, tan cagón que seguro no apuntan a la cabeza, tan cagón que seguro que tienen que disparar más de una vez y el primer disparo te roza la oreja y el segundo se escucha zumbar cerca pero lo mismo te da, no vas a llegar a verle la cara.-Che, pero esto no puede ser así, no puede. Y lo peor es que así es, o simplemente es, se sabe, es así y rompe las pelotas, es un dolor infinito, tan feo como la palabra "infinito", es impotencia pura, es "impotencia" como corresponde-Es una impotencia como corresponde, es pura impotencia. Y sí, es todo un juego de palabras, nos queda eso, che, nos queda sólo eso, las palabras, las cosas son de otras personas, son de algunas personas y las manejan para que tu vida sea una mierda o para que no tengas vida-La vida no es vida. Me mira, lo veo triste, yo también estoy triste, se le nota en el tono con el que me hablan sus ojos, y sí, suena mal, pero me hablan.-Y yo también quiero cambiar las cosas, yo quiero que las cosas no sean cosas, que sea... no sé, quiero algo distinto-Pero vos qué te pensas? que vamos a dejar de luchar? yo estaré loco, te lo acepto, pero yo no me voy a cagar por un par de imbéciles que me ponen la pistola en la nuca, no me voy a cagar por cuatro ebrios que no me pueden mirar a los ojos. Se levanta de la silla y se inclina sobre la mesa, casi pegado a mi cara.-A mí no me dan miedo esos hijos de puta, mal cogidos, eso es lo que son, mal cogidos, que me apunten a la cabeza, maricones, que me pongan la pistola entre los dos ojos y me miren y me digan: yo a vos te mato; van a tener que matarme porque no les pienso dar el gusto de tenerles miedo, de quedarme impotente, de no cambiar nada.-Pero, Ernesto, para vos es posible la revolución?-No me jodas, eso no importa, empecemos por intentarlo, prefiero intentarlo

jueves, 5 de octubre de 2006

¿Y?

Qué se hace? se va o no se va? se escribe o no se escribe? se llama o no se llama? se habla o no se habla? se chatea o no se chatea? se cuenta o no se cuenta? se duerme o no se duerme? se tranquiliza o no se tranquiliza? se pasa o no se pasa? se falta, se pelea, se explota, se presiente, se divierte, se asimila, se desnuda, se rompe, se destroza, se desangra, se entristece, se derrumba, se domina, se increpa, se deslumbra, se posee, se insiste, se lee, se guapea, se comporta, se arregla, se conviene, se lustra, se desgasta, se corroe, se dice o no se dice?

domingo, 1 de octubre de 2006

Perdón por la tristeza

Este adiós, no maquilla un "hasta luego",
este nunca, no esconde un "ojalá",
estas cenizas, no juegan con fuego,
este ciego, no mira para atrás.

Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré,
ahórrate el acuse de recibo
estas vísperas, son las de después.

A este ruido, tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón, podrido de latir
este pez ya no muere por tu boca
este loco se va con otra loca
estos ojos no lloran más por ti.

Yo me rompo la cabeza intentando hacer una puta poesía que pueda llegar a ser algo similar a una carta de adios y este hijo de puta de Joaquín hace algo tan perfecto como esto que publico. Realmente, hasta creo que podría publicar sólo el primer verso "Este adios no maquilla un 'hasta luego'" que ya alcanza. Yo no puedo superar esta perfección, no puedo dejar de leerlo y estar asombrado y por lo tanto, no puedo más que publicarlo y hacerlo mío en algún sentido. Leanla quince veces, treinta, disfrutenlo porque es lo justo.
Sí, es un intento de carta de adios. Es, casi, perfectamente eso.
Ezequiel