sábado, 2 de diciembre de 2006

La claridad

La sangre te corre hasta el codo, hijo de puta, se ve en el blanco tu ojo cómo resbala la insensata estupidez que producis. Siempre ideas perdidas, una lucha constante por armar un discurso con las débiles propuestas que tenés para vos mismo. Denigrante, humillante. No te encontrás en ningún texto, en ninguna canción, parece que desfilaras en el patio del primero que te invite. Bailás, solo, sentado en tu asiento - tal vez de un colectivo, tal vez de tu casa, cualquier silla de tu casa-; me das lástima. Te perdiste en el inconciente, una carrera hacia lo que no lográs soportar; querés llegar a ser una estrella de rock y no ves que se te escapa el agüita entre las manos. Ni pudiste con ella, te fuiste infiel, le fuiste infiel, te rompiste con el traqueteo de tu moralina existencialista.
Qué vas a poder con ella si no podés con vos mismo, si te desgajás en gotitas de ridiculez - ni siquiera colonia barata: perfume inventando-. Toda tu creación que te atraviesa el cuerpo para que creas -sí, casi con Fe- que cuanto más despedazado más abarcás. No apretaste contra vos ninguna realidad, y eso lo pagás, eso se paga. No queda impune.
Fútil, sos fútil.


Ezequiel

Maybe you're the same as me

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno... Como dijimos, las cuatro de la mañana no llegan sin un precio y a mí, en esta oportunidad, me están costando un post. Voy simplemente a repetirte que el texto me gustó bastante (los motivos ya fueron dados). Todo lo demás que pueda llegar a decir, son formalidades (como todo esto en realidad): saludos, besos, nos vemos, chau...