sábado, 12 de noviembre de 2005

A la señorita de verde

Señorita, usted sabe lo que me hizo? No, como va a saber, no tiene ni la más remota idea. Me lo hizo usted, sí, no mire para otro lado, no haga la que no escucha lo que pienso, me lo hizo usted, este tajo, sí. Cuándo se preguntará, cómo hice yo para hacerle eso, si yo sólo pasé por al lado suyo y nada más, se preguntará. Pues le respondo, señorita, a pura honra, desde el fondo de mi pecho, que la culpa es pura y exclusivamente suya, que la culpa le carcoma los huesos hasta que me entienda, porque estas cosas no se hacen al pasar, eso no se hace, es de mala educación. No se apure, no me ponga esas caras, no me mire con ese tono de voz, señorita, que las explicaciones ya llegarán, pero ahora no es momento de hablar, dejeme que me acerque, un paso no más. Está bien, ya le explico, pero mireme, no se dé vuelta, por favor, mireme, es muy sencillo, es su perfume, ahí está la clave de todo, su perfume, sí, aunque le parezca raro. Contenta ahora? está más tranquila? qué se imaginaba que le iba a decir? yo no soy un cualquiera, señorita, ahora me deja acercarme, claro, me entiende, hagase cargo, le pido, de esta herida, se da cuenta?, se da cuenta lo profundo que ha llegado su perfume para decirme que debo hablarle indefectiblemente? Tu perfume, permitame que la tutee, me ha socabado en lo profundo de mi autoestima, me ha hundido una daga caliente en el pecho.... pero debo admitir que su vestido verde tiene un relleno interesante. Me permite invitarla con un café?

Martín

No hay comentarios.: