Ayer nos encontrabamos en Lanús, tierras mágicas, por cierto, con Juancito y sucedió lo sosprendente. Cerca de las dos de la tarde un humo mágico nos devolvió a la infancia lejana de las vacaciones interminables, los días de juegos, coca-cola y ventiladores. Instalamos la PS2 y sin respiro hicimos arrancar el cd para sumergirnos en un mundo de Zombies, monstruos y acertijos. El reto mayor, el desafío intrinseco de las viejas consolas de videos era poder terminar el juego sin tener que apagarla... luego no, existe la memory card y los días frente al televisor pudieron reducirse a una horita cada tanto. Nuestro desafío siguió los más profundos vestigios de nuestra infancia y nos dispusimos, SIN MEMORY CARD, a pasar el Resident Evil Outbreak. El día se extendió, el sol desapareció, los recreos para descansar se hicieron cada vez más cortos, los ojos rojos, el dolor de espalda, la noche se fue transformando en madrugada. Primer desventaja: haber enchufado la Play en la tele en la habitación de mi mamá... dos y media de la mañana pasamos el antepenultimo nivel, mi mamá se fue a acostar a la habitación de mi hermana, cuatro de la mañana, pasamos el anteultimo nivel. Las fuerzas eran pocas, fuimos a la cocina, tomamos agua y discutimos si seguiamos o cometíamos el peor pecado de un niño: dejar de jugar. ¿Quién quiere dejar de ser un niño?¿ Quién quiere abandonar los juegos, ser responsable, entregarse al trabajo?. La respuesta era clara, seguimos.
Cuatro y media de la mañana, cansados, casi dormidos, despatarrados en el piso mi mamá nos echó de la habitación. A veces no se puede volver el tiempo atrás.
Martín
Y jugar por jugar
viernes, 16 de diciembre de 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
te me vas más pal sur, querido, mucho más pal sur.
nos veremos allá, en las sagradas tierras de la bariloche nevada, espero.
se te quiere y extraña. es culpa mía. lo sé.
seamos perdices y comamos felices.
Publicar un comentario